Dread

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Un chico de larga cabellera azulada corría por una acera, se quedaba sin aliento mientras se abría paso entre los apacibles transeúntes.

Pronto llegó a una cafetería elegante en el centro de la ciudad.

-¡Princesa!- Llamó el chico completamente exhausto recargándose a duras penas en una de las sillas en la terraza.

-Siéntate Onnie- Señaló la morena. El nombrado simplemente obedeció.

-¿Qué era eso tan urgente que querías hablar? - Sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal cuando creyó haber visto fuego salir de los ojos de la chica.

-¡Eres un idiota, Onnie! -

-¿Qué? ¿De qué hablas, Toddy? ¿Qué hice? -Su semblante se cayó. La chica tenía una expresión que quería evitar ver y enfrentar alguna vez en su entera vida: Decepción.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué justo lo que te pedí que no hicieras?- Su voz se quebraba.

-No entiendo… -Mordió su labio con tristeza intentando evaluar lo que estaba pasando.

-Le dijiste al padre de Bon… ¿Por qué se lo dijiste?- El ojiverde estaba confundido.

-Yo… te juro que no abrí la boca - Dijo mirándola a los ojos. Tomó la mano de la pelirroja, la cual apretaba enérgicamente una servilleta. Ella se relajó al sentir el contacto.

-¿Entonces quién lo hizo, Onnie? - El chico se quedó pensando. De pronto abrió los ojos de par en par. Sabía quién era el culpable.

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“No tardes por favor”

Esas palabras resonaban en su cabeza, estaba verdaderamente aterrado. Podía sentir su corazón acelerado por la adrenalina.

Miró su móvil, estaba muy cerca del punto señalado por el GPS. Comenzaba a tener un dolor punzante en las sienes presa de la angustia. Se percataba del vaho que escapaba de su boca, la temperatura era baja pero por la carrera sentía su cuerpo quemar como el infierno.

Sus piernas dolían por el esfuerzo, pero el pecho le ardía de pura incertidumbre.

Por fin llegó al punto de encuentro.

Y deseo nunca haberle dejado marchar sólo. Maldijo con todas sus fuerzas haber fallado en su promesa de protegerle.

Y estaba ahí, dándole una estampa que no olvidaría el resto de su vida:

Gracias a la escasa luz apenas se podía apreciar superficialmente su silueta. Bien podía pasar fácilmente por un maniquí roto, abandonado a su suerte. Pero nada más alejado de la realidad.

Bon miró con detenimiento por un segundo, completamente fuera de sí. No era una maniquí, era Owynn, SU Owynn.

Corrió hacia él casi al borde del llanto, su corazón se contrajo al verle en ese lamentable estado: Sus ojos estaban cerrados, más se encontraba consciente, se percató de su labio roto, su expresión adolorida. Vio su pierna ensangrentada: Seguramente estaba fracturada.

Estaba en un completo estado de indefensión.

-Owynn- dijo en un hilo de voz -estoy aquí, cariño- estaba luchando por no ponerse a llorar ahí mismo.

-Ho… hola- dijo forzando una sonrisa. -Gracias por venir...

 -Gracias por venir

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