Palsied

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Su cuerpo temblaba de pies a cabeza descontroladamente.

Tuvo que hacer una pausa para apoyar sus manos en la mesa de cristal del comedor.

Ya había pasado bastante tiempo desde aquel suceso que lo dejó marcado física y emocionalmente, pero ahora comprendía que debía afrontarlo por el bien de su relación.

Casi como si fuese una maldición sintió su fémur doler. Y es que la temporada invernal estaba por iniciar, y era un martirio cuando el frío tocaba su pierna. Todo parecía conectarse como un mal presagio.

Suspiró profundamente hasta lograr normalizar su respiración y se dirigió a la cocina para verificar que todo estuviera listo para la llegada de Bon.

Hizo un repaso mental intentando enumerar si las tareas previstas estaban cubiertas. Y al parecer solo quedaba esperar. 

Su corazón sintió derretirse cuando oyó el auto de Bon entrar a la cochera. Sus labios temblaban de miedo.

Se apresuró a la puerta principal y le dolió darse cuenta de que no le alegraba por primera vez escuchar el tintineo metálico de las llaves en la cerradura. Sabía que una prueba muy grande se avecinaba.

La puerta se abrió.

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Bonnie se encontraba guardando sus pertenencias en su maleta y un par de cajas de cartón. Pronto terminaría el curso y debía abandonar la residencia de estudiantes, aunque aún tenía un par de semanas por delante. Sentía una profunda melancolía. Sabía que a partir de ese momento debía enfrentar al frío mundo laboral. Y sí que había hecho buenas credenciales como estudiante, pero esto sería completamente distinto. Estaba un tanto abrumado.

Su móvil le alertó de un mensaje, era de Lilly, por supuesto. Como lo esperaba desde que inició el curso, no hizo una enorme cantidad de amigos. Solo la tenía a ella, pero era suficiente para sobrellevar la vida universitaria. Se sentía profundamente agradecido con ella, más porque, sin saberlo, le estaba sacando de una crisis existencial que se estaba gestando en ese instante.

Le contestó de inmediato. Deseaba salir con él a la ciudad. Aceptó gustoso.

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Owynn intentó permanecer impasible, mirando a los recién llegados. 

Una silla de ruedas fue lo primero que presenció. Y ahí estaba: Un hombre mayor, de complexión robusta pero con varios signos de cansancio. Su piel morena se veía un tanto opaca, su rostro con algunas arrugas en el entrecejo y adornando su rostro con una expresión severa. Su cabello de un turquesa oscuro pero abundantemente encanecido, con largos flequillos adornandolo. Las cejas pobladas y en una perpetua expresión de enojo adornaban ese rasgo dominante de su faz: Un par de ojos rojos como la sangre, gélidos pese a la naturaleza propia de ese color. El joven de gafas estaba francamente paralizado ante esa mirada destructora. Luchaba con todas sus fuerzas por lucir natural, relajado.

Sonrió con dulzura cuando hicieron contacto visual. 

-Hola Owynn, ya estamos aquí- Bon saludó al de cabello morado con efusividad mientras empujaba la silla.

-¿Cómo está, señor Smith? Bienvenido.- Intentó ser lo más amable posible pese a la expresión endurecida del mayor.

-Estoy en una maldita silla de ruedas, ¿acaso estás ciego?- Bon sintió su sangre hervir de inmediato.

-¡Papá! -Gritó furioso- Owynn se ofreció a cuidarte y es por eso que estás aquí. ¡¡Si no fuera por él estarías en un asilo!! - El mayor chasqueó la lengua fastidiado.

AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora