Desde su cuarto, con un conjuro Diernir observaba la escena, expectante, sonriente. Por fin su juguete cedería a la oscuridad. Por fin daría el paso de no retorno. El paso cambiaría su alineamiento por completo.
Daniel desenfundó la daga, pero en lugar de destazarle la garganta a la niña, arrojó el arma a las escaleras del templo.
—No voy a caer en tu trampa. Si no estás dispuesta ayudarme, voy a encontrar otra forma de revivirla —dijo, y se alejó llevando a la niña en brazos.
Diernir se tomó la barbilla, pensativa, pero sin dejar de sonreír. La posibilidad de este desenlace no se le había escapado. Es más, ahora que lo pensaba, esto volvía todo mucho más interesante. ¿Qué sentido tenía que Daniel cayera tan rápido? No hay ningún mérito en tentar a alguien sin fuerza de voluntad.
La daga desapareció de las escaleras, y apareció en la mano de Diernir. El Dios Antiguo, debilitado por su hermana, seguía contenido en la hoja.
Así como estaba, sin embargo, no le servía. Había que alimentarlo, y para eso necesitaba de Daniel. Sí. El niño no se libraría de ella tan fácilmente.
*
Daniel se encontraba sentado en el escritorio de su cuarto. Ya era de mañana, pero quería dejar que la niña despertara por sí sola.
Como no parecía que fuera a suceder, bajó a buscar el desayuno. Regresó con un plato de salchichas, jugo de naranja y pan con miel. El ruido que hizo la puerta al cerrarse pareció despertarla.
La niña abrió los ojos lentamente, encandilada por la luz. Tenía el cabello rubio y los ojos azules. No eran claros. Eran de un azul oscuro, casi negro. Y lo que llevaba puesto, más que ropa tendría que ser considerado un harapo.
Cuando la abandonó la somnolencia y se dio cuenta de dónde estaba, o mejor dicho, se dio cuenta de que no reconocía donde estaba, comenzó a asustarse. Miraba de un lado a otro, buscando saber donde se encontraba. Daniel le sonrió, y le alcanzó la bandeja con comida. Los ojos de la nena brillaron, y atacó el plato con voracidad.
—¿Cómo te llamás? —preguntó Daniel, una vez que la chica comió un poco.
—Nina —respondió ella —. ¿Vos?
—Yo soy Daniel. Qué lindo nombre tenés.
—¡Gracias!
Luego del intercambio, siguió comiendo despreocupada. Daniel pensó que el hambre que tenía debía ser feroz, como para que fuera causa suficiente de ignorar no solo encontrarse en un lugar desconocido, sino la ausencia de su padre.
—¿Sos un amigo de papá? —preguntó.
Daniel tragó saliva. Había planeado la mentira en detalle, pero una cosa era pensarla, y otra decirla. Trató aparentar naturalidad todo lo que pudo.
—Sí, soy amigo de tu papá. Consiguió un trabajo como aventurero-
—¡No! ¿En serio? —la nena saltó de la cama, hiperactiva —, mamá siempre decía que papi no iba a poder conseguir más trabajo de aventurero, ¡qué bueno!
Eso lo tomó por sorpresa. Sintió un dolor fuerte en el pecho. Había mentido varias veces, pero nunca le había resultado doloroso.
—Sí, consiguió trabajo. Una caravana necesitaba de urgencia un último guardia, y aceptaron a tu papá. Tuvieron que salir la noche de ayer, así que no tuvo tiempo de despedirse.
La niña siguió comiendo, cada vez más alegre. No parecía estar para nada preocupada.
—Tu papá me encargó que te cuidara mientras no esté.
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La Diosa Oscura (New Game)
FantasíaDaniel es un adolescente tímido y retraído. Blanco de burlas en la escuela e ignorado por Natalia, la chica que le gusta, su único refugio son sus sueños, en donde es un asesino con grandes habilidades. Cuando Natalia aparece en su sueño atacada por...