Dos pares de ojos azulados se mantenían ocultos en la distancia. Tapando las prominentes risitas de sus bocas con las mangas de las camisetas viejas y raídas. Compartían miradas y luego las volvían a aquél ser pelirrojo que trataba de soltarse de su "Gran Trampa Mortal". Después, apenas contenían la risa que les provocaba la frustración de su mentor.
A pesar de ser una red normal y corriente, la habían cubierto de miel y savia de árbol. Kurama estaba literalemente apegado a ese bordado de cuerdas. Bueno, también maldecía por lo bajo, consciente de que los gemelos diabólicos deberían estar cerca, observando su hazaña.
- ¡Cómo os pille vais a entrenar hasta que caigais muertos! - Gritaba agitando los brazos por encima de su cabeza, la red cada vez estaba más pegada a su cuerpo. Hasta el punto que se tropezó con sus propias piernas.
Las risas del Dúo Diabólico resonó por todo el Bosque de las Nueve Colas. O lo que quedaba de él.
Tiempo atrás, mucho antes de que naciesen, el antiguo Hokage había conseguido luchar contra las monstruosas criaturas que habitaban entre los árboles. Era toda una hazaña que se enseñaba en el Colegio de la Aldea de la Hoja. Escrito en los libros, hechos que perdurarían generaciones enteras.
- ¿Crees que nos hemos pasado? - Comentó Shin con un brillo de malicia en la mirada, estaba claro que no se arrepentía, parece que su melliza, Rin, tampoco. Puesto que su risa creció hasta que Kurama los escuchó.
- ¡Ahí estáis! - Una bruma rojiza cubrió su cuerpo, chamuscando la "Gran Trampa Mortal", pero sin evitar quedar bañado en la extraña y pegajosa mezcla. - ¡Venid aquí!
Los niños gritaron, entre emocionados y aterrorizados, antes de empezar a correr como desgraciados. Kurama fue a por Rin en cuánto se separaron, pero supo que había cometido un gran error.
Rin, con su pelo castaño pero rojizo al sol, era la más rápida de los dos. Atraparla iba a costarle más que con el pequeño de melena rubia, Shin. Llevaba toda sus vidas entrenándoles, los peores quince años des de que volvió al Bosque.
- ¡No! - La niña empezó a patalear en el aire, la tenía bien cogida por el pescuezo y no dudó en aprovechar para darle una colleja. - ¡Shin!
Kurama hizo un gesto con las manos y, al instante, Rin era presa de manos y pies al suelo gracias a las raíces del árbol más cercano que había sentido. Sabía que el niño iba a venir a ayudar a su hermana mayor, así que esperó a que apareciese como el torbellino que era.
No le decepcionó, es más, hasta le sorprendió la astucia del niño al usar el Justu que tanto le había costado dominar. Pero era su maestro y mentor. Terminó atrapándole, atado con raíces junto a su hermana.
- ¿Cuándo vais a dejar estas estrategias tan infantiles? - El tono de Kurama era castigador, cruzado de brazos, sentado delante de ellos con la espalda bien recta y los ojos cerrados. Estaba molesto, vaya que esta vez sí habían metido la pata.
- Eh, bueno...
- ¡No son infantiles! - Interrumpió la hermana mayor, pero una mirada del actual Guardián del Bosque les hizo cerrar la boca.
Después de un suspiro bien hondo y largo, contar hasta diez y volver a suspirar, Kurama habló con ellos con otra mirada más benevolente:
- ¿Por qué no usáis las estrategias que os enseñé? - Los mellizos se miraron con perspicacia y hablaron a la vez.
- ¿Porqué no nos cuentas la historia real del Bosque? - A Kurama le recorrió un escalofrío de arriba a bajo. Odiaba cuando se sincronizaban así, parecían clones de sombra.
A pesar de conocer de pe a pa la Historia que hacían memorizar en la escuela, ambos sospechaban que había mucho más detrás de todo aquello. Y cuánta razón tenían... Kurama suspiró, recordó al antiguo Guardián mientras el corazón se le volvía una maraña de melancolía y culpa.
Pero no podía contar nada, des de que aquello ocurrió, muchas, demasiadas cosas permitió a los humanos, al Hokage. Empezando por la matanza de las criaturas del Bosque de las Nueve Colas, luego vino la desmesurada tala de árboles... Siguieron con la construcción de casas y luego ampliaron el muro que protegía la Aldea de la Hoja, partiendo el Bosque en dos.
Pero no estaban satisfechos, no. El Hokage aún quería ganar más terreno y convertir, lo que quedaba, en un campo de entrenamiento para Gennins. No podía permitir que avanzaran más. Pero tampoco les podía hacer retroceder. Ah, estaba en una encrucijada, casi de manos atadas. Y lo peor de todo, sin saber qué hacer a continuación, no había forma de hacer entrar en razón al líder de la Aldea de la Hoja, pero los Dioses tampoco respondían a sus súplicas.
Estaba solo.
- ¿Por qué no puedes contárnoslo? - Habló Shin alzando la voz. El Demonio volvió a suspirar, estos dos nunca se rendían. Echó un vistazo al cielo.
- Vamos, - Empezó dándoles la espalda. - es hora de cenar.
Los niños se deshicieron del agarre del demonio y le siguieron a unos pasos de distancia. Compartiendo miradas dubitativas. ¿Qué era aquello tan aterrador y terrible que no podía contar? Un extraño viento meció sus melenas en un suspiro alentador. Era un día soleado de verano.
¿De dónde había salido esa brisa?

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Love Me
FanficEl Guardián del Bosque de las Nueve Colas ha muerto. Los humanos, en su eterna lucha contra la lógica y moralidad, consiguen su mayor objetivo: Urbanizar el Bosque Sagrado por el que muchos han dado la vida. Los Dioses están furiosos, Kurama es el...