Capítulo 2

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Fon abrió los ojos sorprendido y aun cuando la mujer soltó su mano y fue a seguir las instrucciones de su mama no dejo de verla. El apellido Spade no dejaba de sonar en su cabeza... Spade como el apellido de su persona predestinada, ¿acaso tenia algo que ver?, quería acercarse y preguntar, pero algo se lo impedía, sentía como si algo le estuviera jalando el brazo y eso le impedía moverse, tal vez era miedo a decepcionarse al saber que no era lo que el esperaba o podría ser que aun se sentía inseguro sobre eso.

-Fon, ¿te sientes bien?- pregunto su hermano, moviendo con algo de brusquedad su hombro. El chico de ojos rojos salio de su ensoñación, volteo a ver a su hermano confundido.

-Si- murmuro lo mas bajo que pudo, dejándose llevar por su hermano, pero sin despegar la mirada de la hermosa mujer.

El resto del día que paso en el dojo, estuvo distraído, no pudo coordinar bien ninguno de sus ejercicios y en el entrenamiento con su hermano perdió sin dar siquiera una buena batalla. Su madre lo vio curiosa, pero se excuso diciendo que estaba distraído y tenia sueño.

...

La semana para Fon se fue mas rápido de lo que esperaba, entre la universidad y los entrenamientos con su padre y hermano el tiempo había pasado volando. No había tenido tiempo para volver a pensar en aquel apellido y había estado estudiando tanto para los exámenes que había ignorado toda esa semana su marca en el brazo. 

Ese sábado como todos los sábados se preparaba para ir al dojo de su familia, como era costumbre todos los fines de semana, el era el encargado de entrenar a las personas que llegaran ese día.  Grande fue su sorpresa cuando encontró a su hermano vestido con ropa deportiva al bajar.

-¿Vas a ir a correr?- pregunto algo incrédulo, se suponía que ese día su padre llevaría a su hermano a patrullar las calles de Namimori. 

No se oponía a eso, de hecho era un fiel creyente que las calles deberían estar tranquilas y libres de delincuencia, el único problema que encontraba era el modo un poco extremista que tenían sus familiares para llevar eso acabo.

-No- dijo mientras se levantaba y abría la puerta- pienso ir contigo y obtener mi revancha con el herbívoro de piña- el mayor miro confundido al mas pequeño -deberías apurarte si vamos a correr antes de ir al dojo-.

El mayor asintió con la cabeza, mirando a su hermano aun con desconfianza, ¿ahora con quien se había ido a pelear su hermano?, se pregunto internamente mientras estaba corriendo, a su lado iba el menor de los Hibari, con una mirada concentrada, como si tuviera cierta motivación oculta detrás de esos ojos, que prometía que iba a hacer que corriera sangre.

Abrir el dojo los fines de semana solo era por mera cortesía, pues los alumnos solían tomarse esos días de descanso,los que llegaban solo era para tener un entrenamiento ligero, aveces algunos curiosos se acercaban para pedir información o alguna clase muestra que Fon solía dar con mucho gusto.

Ese día todo marchaba con normalidad a excepción de su hermano que parecía un león enjaulado, estaba bastante intranquilo y podía apostar que bastante cabreado conforme pasaban los minutos. No fue hasta que el reloj marco las 17 horas que entonces entendió el motivo por el cual su hermano estaba así.

Por la puerta entro un chico alto de cabello azul, con un peinado que le recordaba una piña, lo mas interesante de ese chico, aparte de su extraña aura eran sus ojos heterocromáticos y su extraño tridente que cargaba en su mano. A su lado iba un niño de cabello y ojos color turquesa, con una mirada que realmente no expresaba nada.

Ni bien Fon dio un paso para acercarse a los extraños y darles la bienvenida sintió una ráfaga a su lado. Cuando se dio cuenta su hermano estaba arrebatiendo con una de sus tonfas contra el chico de cabello azul, el cual se defendió con bastante rapidez con el tridente que llevaba en sus manos.

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