V E I N T E.

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No hay consciencia del daño que se le ocasiona a una personas hasta que este se vuelca sobre la cara del responsable, como piedras lanzadas por una honda. Este caso era el vivo ejemplo de lo anterior, mientras mirada el saco negro goteando sangre, su cabeza hizo un click, la realidad la golpeo como un mero destello de ira. Todos esos golpes debió recibirlos ella, sí, aunque eso sonara tremendamente toxico y enfermizo, no le hubiese molestado en lo absoluto. Hasta ahora, en todo el tiempo de conocerlo fue lo suficiente egoísta como para convertirlo en su escape personal, alguien a quien no pudiesen corromper, una persona que no fuese a perder, total y absolutamente suyo porque sin importar nada, él estaría allí a su primer llamado. Aquello le parecía una enorme estupidez ahora. La diferencia entre lo que decimos y queremos decir, es lo que hacemos. Hasta ahora todo iba saliendo terriblemente mal. ¿Lo peor de todo? Ya se lo habían advertido, de tantas formas que incluso llegó a pensar que todos exageraban. Los seres humanos tienen una capacidad bastante lenta para aceptar que en algún punto de sus vida ser egoísta los vuelve tóxicos.

Sus pulmones se llenaron de aire, trayendola de nuevo a la vida.  ¿En qué lió estabas metida, Amés? Mientras caminaba a la pileta del lugar, se lavaba la cara y quitaba los restos de liquido carmesí, se replanteo esa pregunta.  Regresó sobre sus pasos, encontrando una pelirroja muchísimo más tranquila sentada de piernas cruzadas sobre el sofá. 

  一Nunca lo había visto de esta manera.  一Murmuró América acercándose a la chica. 一Lo peor es que soy la responsable directa.

  一A ti te ha tocado su mejor versión. 一Su forma de expresarse denotaba resignación. 一No conoces un Morgenstern en sus peores días porque has tenido uno en los tuyos. Lo que significa que intentaba estar bien cuando tú estabas mal. 

Tenia razón. Todas las veces en las que se vieron ella era la persona afectada, mental, física o moralmente, sin embargo, nadie lo controlaba como la Romanov. Al parecer Valeria lo tenia en claro, toda esa rabia contenida que se había desatado en forma de llanto volvió a ser lo que era; ira, enojo e indiferencia.  

  一Soy una persona horrible...  一Murmuró llevandose las manos al pecho, auto consolándose la culpa. 一Yo no sabia...

  一Por supuesto que no. Es el tipo de chico que te demuestra con creces que te quiere, no es palabras bonitas, ni mierdas cursis. Jonathan es hechos, muestras y demostraciones. Te sentías tan bien siendo su mundo que no te detuviste a mirar todo el daño que le provocabas. Efecto colateral.  

  一No exactamente. Si piensas que lo he hecho adrede estás muy equivocada. Yo nunca planee lastimarlo.

  一Pero lo hiciste y las acciones nos delatan, en todo caso solo está enojado. Quizá luego se le pase. Ahora debes ir con ese chico. No has provocado todo este caos por nada. 

  一Necesito encontrar a Jonathan, pedirle una disculpa.

 一No es tu responsabilidad, sabe cuidarse solo. No es un niño, Ams. Debes comenzar a mirarlo como el hombre que es, para tratarlo de esa forma.

  一¿Como pude ser tan estúpida? Nunca creí que mantuviera esos sentimientos por mí. 

  一 A veces creo que no te das cuenta de lo linda que eres, de lo que provocas en las personas sin siquiera proponertelo, eres como una llama de fuego, quemas y restauras, como también destruyes todo lo que tocas. Él no es inmune a ti, ni a tu efecto a las personas.

 一¿De qué estás hablando?

  一Eres tan letal como un veneno sin antídoto pero también eres un antídoto puesto en el momento exacto. 

 一Son estupideces.  一La miró por un corto momento con el ceño fruncido. No iba a quedarse ni un segundo más allí. Pasando de la muchacha salio por la puerta, deteniéndose un momento en la soledad de la noche para deducir sus siguientes pasos. 

Lo único rescatable es que América adoraba a Jonathan, no era falta de amor. Nunca le mintió acerca de sus sentimientos por él, lo amaba tanto como amaba a Jace. Y eso era demasiado. Pero su límite de cariño no pasaba de un amigo, un amigo para conservar y constituir momentos.

Mientras caminaba por las calles de Los Ángeles, la suave llovizna comenzó a caer sobre su cuerpo, humedeciendola por completo. Sus pasos cortos y dudosos la guiarian al departamento del Schröder, no tenía idea si estaba allí. Pero un último intento no estaba de más, ya lo había hecho mal las suficiente veces como para pensar en una nueva. Él lo valía todo, incluso teniendo una vida antes de ella y posiblemente tendrá una muchísimo mejor después. Es el tipo de persona que se convierte en inigualables. 

Su ropa goteaba mientras el ascensor subía al piso correspondiente, el cansancio emocional era demasiado. Los botones iban marcando uno a uno los pisos, algo bastante normal en los cubículos metálicos de ese tipo. Sus dedos resonaban contra el aluminio, en un ritmo frenético. La espera era una tortura completa.

Todos pierden algo a lo largo de su vida, luego estaba América Romanov; la chica que lo había perdido todo en un sólo día.

El aparato se abrió, la chica salió y camino hacia la puerta. Tocó dos veces como señal programada, repitiendolo hasta llegar al sexto momento. Sólo hasta entonces el portal se abrió, dejando frente a ella un chico bastante conocido, su cabello completamente desordenado, sus ojos generalmente grises ahora portaban un tono blanco; tenía la apariencia de alguien que se atormentaba mentalmente hasta quemar sus neuronas sin obtener una buena respuesta.

一América. 一La Miró sin ningún tipo de expresión en su rostro. 一¿Qué quieres?

一Quiero hablar contigo. ¿Puedo...?

一No. Cuando pudimos hablar frente a tu familia y arreglar todo el lío que has hecho te fuiste. Es justo lo que tienes que hacer ahora, irte.

Auchs. De cualquier manera se lo merecía.

一Lo que pasó en la casa. Sé que no debí.

一Ya que lo tienes claro puedes irte. 一Intentó cerrar la puerta pero ella le tomó la mano deteniendolo con un roce casual.

一No soy tan genial como parezco. Puedo ser calma, lastimosamente también soy caos. Me meto en más problemas de los que puedo controlar, hago cosas estúpidas y suelo guardarme todo, aunque acabe conmigo. Todos piensan que estoy loca, tú puedes pensar que soy el amor de tu vida. Estar conmigo es un constante; ¿Qué pasará? No le pertenezco a nadie, habrán días en los que quiera irme sin razón aparente y otros donde seré un puto encanto. Pero no dudes que si me lo permites te amaré con el alma, aún cuando no tenga idea de qué es el amor. No me malentiendas; no soy una de esas hipócritas que dicen que el amor no existe, lo he visto en otra personas. Will y Dim son el ejemplo claro. Lo que quiero decir es que si me lo permites puedo amarte, con locura... amarte, intentar ser tuya.

Él la observó por un momento. El agua le goteaba por el cuello, cayendo desde su cabello rojo hasta su cuerpo, varias gotas rebeldes se perdieron entre sus pechos. Cuando subió la mirada al rostro de la muchacha, algo se había ablandado en su interior, quizá porque habían pasado las horas suficientes para que ocurriera, ya no se encontraba tan molesto.

一¿Siempre hablas tanto?

一Al parecer sí, es lo que mejor se me da.

Una sonrisa se le escapó en lo que se acercaba y la rodeaba por la cintura, aspiró el olor de su cabello humedo, delineo su rostro con la punta de la nariz y cuando estuvo cerca de sus labios la besó.

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