La Reina Cotilla; fillie

nadie puede encontrar el botón de rebobinar

Buenos días queridos lectores, la Reina Cotilla aquí, su única fuente confiable sobre la escandalosa vida de la élite de Manhattan, en el Upper East Side les encanta pensar que el mundo es realmente lo que que se ve y parece, fino , con clase e intimidante, solo necesitan una pequeña llave para darles paso a aquella locura ilimitada que se asoma por las puertas hacia el paraíso.

Si no eres paciente y sabes aguardar, cruzarás el pasadizo hacia lo desenfrenado y si estás convencido de que vale la pena aguardar de ese lado, terminarás viendo a todos jugar desde adentro sintiéndote como un niño castigado a quien le han quitado su felicidad.

Millie observa aquél post antes de cerrar su computadora y tratar de concentrarse en la tarea que le habían dejado en su clase de dibujo esa tarde. Después de aquellas vacaciones por las festividades que se le hicieron eternas debido a que no pudo ver a cierto pelinegro y se las pasó en medio del festival de besos de su padre y Camryn, finalmente regresó a la escuela con la fe de que aquél tiempo ya hubiese terminado, pero no era sí, lo único que se topó fue a Finn con otra chica, y no cualquiera era la de la iglesia, Amelia Warren, ya hasta había averiguado su tipo de sangre, era buena para esas cosas, la tenía bien perfilada.

Era hija de un famoso predicador y antes de ingresar a la escuela estudiaba en casa por lo que sin Wolfhard la chica ni siquiera tenía amigos, nadie quería juntarse con la rara de Dalton, al parecer se creó un rumor de que la de cabello largo ni siquiera hablaba con personas y que tal vez era muda, a todo les sorprendió que de pronto apareciera el lunes del brazo de nada más y nada menos que el lobo solitario, el chico más codiciado de toda la ciudad, cada uno de los estudiantes asumió que solo quería meterse en las pantis de la susodicha, y que había regresado a su vida lujuriosa luego de la bomba que soltó la Reina Cotilla, aparte del terrible rompimiento con Apatow.

Sin embargo él le había jurado a la castaña que no pasaba nada entre ambos, aún así ahora le tocaba verlos de arriba para abajo juntos como pareja de cuento de hadas, la joven era bonita, ojos claros, facciones divinas y solía llevar cintas de color rosa para amarrar su cabello todos los días, simplemente no podía creer aquello solo fuera amistad, lo conocía demasiado para no creerle todo eso del tiempo libre y la guía espiritual, eran patrañas.

— Te faltó hacerle el flequillo. — de pronto una voz masculina la saca de los confines que representan sus pensamientos de la manera más abrupta y torpe. Al alzar su mentón solo se encontró con un extraño, cabello oscuro, alto, apuesto (no podía negarlo) y ojos claros, a esa hora de la mañana y con la luz que se colaba por las ventanas de la biblioteca, parecía una visión.

— ¿Perdón? — Brown quita uno de sus audífonos y arruga las cejas.

— Mía tiene un flequillo, no se lo haz puesto. — de pronto señala su tarea de dibujo de la contraria, que al recaer en ella nota que ha dibujado la escena de la película Carrie con Waren de protagonista cubierta de sangre de cerdo, y a su lado Finn en el piso muerto por el golpe que le deja el balde, se espanta de inmediato, ¿en qué momento ha maquinado todo eso?