epílogo

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El Upper East Side de Manhattan era algo que venía de un libro clásico de los mejores autores, adolescentes tomando decisiones de adultos y adultos actuando como niños caprichosos, guardando secretos, chismes, indiscreciones, todo el boato de la r...

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El Upper East Side de Manhattan era algo que venía de un libro clásico de los mejores autores, adolescentes tomando decisiones de adultos y adultos actuando como niños caprichosos, guardando secretos, chismes, indiscreciones, todo el boato de la riqueza suculenta, y la membresía para esta comunidad era muy selecta, no podías comprar tu entrada, era por nacimiento, un privilegio que no todo el mundo tiene, ni siquiera tus mayores logros te lo otorgarían, todo lo que tendrás para comparar con este reino será lo que leas en los cuentos de fantasía, sin embargo eso no fue lo que me dio la idea, yo no había nacido en ese mundo, pero tal vez podría entrar escribiendo, el éxito de mi blog fue inminente, en semanas todos estaban escribiéndome, sin embargo después de tanto tiempo, esta fuente ha decidido retirarse.








Millie lee el post de la Reina Cotilla en su celular mientras esa mañana se está alistando para la tan esperada boda de su madre y se pregunta porqué es que ha decidido retirarse si ha pasando tantos años exponiendo sus vidas, sin embargo, un día como ese no tiene tiempo para tratar de averiguar el motivo de porqué la chismosa de la escuela ha decidido dejar de publicar sus secretos.

— Millie Bobby Brown, para usted, la condesa de Nueva York y futura señora Wolfhard. — de pronto Ophelia aparece en la sala y abre las puertas que van a dar al comedor donde se muestra su progenitora con un hermoso vestido celeste de Elie Saab y una tiara plateada con su cabello recogido, no hay nada que le llame más la atención que la escogencia del color, pero sabe que la mujer que le dio la vida es bastante única y si ha escogido ese modelo para casarse es para ser recordada, no es una novia tradicional.

— Mamá. — empieza la castaña acercándose — Te ves hermosa, lo juro. — la aludida le sonríe ampliamente.

— Lo sé. — es lo único que dice — Yo lo escogí. — exclama antes de guiñarle un ojo, antes esto sus hijas ríen — Bueno, creo que podemos irnos. — comienza a caminar hasta la entrada del departamento seguida de Ophelia que lleva las flores, sin embargo una de sus chicas se queda atrás mirando todo a su alrededor — Linda vamos, ya es tarde. — dice moviendo sus manos para que se apure, la mencionada corre y se sube al elevador antes de que se cierren las puertas.

Una parte de sí misma no se lo cree, si al principio del año le hubieran dicho que su madre terminaría casándose con Lucien Wolfhard se les hubiera estallado de risa en la cara, le hubieran parecido disparates, después de escucharla hablar cosas terribles de esa familia y en especia el menor de todos, sin embargo ahí estaba, en una limosina hacia Central Park para la boda más estrambótica, y a parte de todo nunca había visto a la mujer más feliz, la vida solía darle sorpresas y de las más curiosas.

— ¿Por qué aquí? — cuestionó una vez que llegaron a Conservatory Garden, Eleanor quien trataba de acomodar las flores que tenía de buqué alzó la mirada y se encogió de hombros.

— Cuando me casé con tu padre tuve la boda más ostentosa de todo Manhattan, habían millones de flores, invitamos a tanta gente que ni siquiera cabían en la iglesia, y la recepción parecía sacada de un cuento de hadas, mi vestido era más grande que el de cualquier princesa de Disney, y aún así no funcionó. — exclamó sin ganas — Clay en algún punto dejó de amarme y decidió que habíamos hecho toda esa pantomima para nada. — una sonrisa algo triste se forma entre sus labios — Así que esta vez, creo que he escogido bien ¿Sabes? Creo que finalmente y de la manera menos esperada he encontrado un hombre que me valora y espero que nunca me deje ir, así que en vez de hacer un circo de nuestro casamiento preferí que fuera simplemente de nosotros y solo compartirlo con las personas que más queremos, y tal vez así, entre más íntimo, más podamos conservar este amor entre nosotros. — la menor se llevó una mano al pecho y suspiró.

La Reina Cotilla; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora