Capítulo[1]: Impuntuales.

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Capítulo [1]: Impuntuales.

Cuatro días después.

Sábado, al fin un glorioso sábado. Día de hacer los deberes, comer y dormir.

Oh sábado...

Me levanté de mi cama para asearme y posteriormente, desayunar.

Abrí el refrigerador, y extraje lo necesario para hacer un desayuno decente. Tomé la cafetera, la llené con agua, para luego colocarla a hervir y poder hacer café.

A los pocos minutos, oí mi teléfono sonar desde mi habitación, donde lo había dejado cargando, así que tuve que correr para lograr responder antes de que colgasen.

─¿Aló?─ Pronuncié al responder.

-¡Silvia!- Gritó su madre en respuesta.

─¡Mamá...!

¡A ver si te acuerdas de que tienes madre y la llamas, eh! Te independizaste, pero sigues teniendo mamá, y te digo manteniendo.─ Chilló. Esa era la mujer a la que consideraba mi madre, la que me había dado la vida, y la que era tan opuesta a mi. Y era cierto, me mantenía, pero me molestaba que lo sacara a relucir en cada una de sus llamadas.

─Me acabo de levantar, ¿si?─ Me justifiqué. ─, de todos modos, pensaba llamarte ahora mismo...─ Mentí.

Oh pues, me adelanté─ Dijo, algo orgullosa de si misma ─¿Cómo va todo allá?

─Bien, normal... ¿Cómo está Dylan?─ Pregunté le ponía café al agua que ya había hervido, y colocaba pan en la tostadora. Dylan era mi hermanastro, pero su padre había dejado viuda a mi mamá, así que él había quedado bajo la custodia de mi madre, y ya era parte de la familia.

Bastante bien, será el futuro dentista de la familia. Tú podrías haber sido médico, o dentista quizá, si no hubieses elegido... Eso que estudias.─ Respondió, diciendo esto último con gran desprecio.

─Si... Pero no lo elegí. Mamá, hablamos luego, tengo cosas que hacer.─ Dije de manera cortante. Siempre hablaba de ese modo de la carrera que había elegido, y era algo que me irritaba.

¡Pero apenas hablamos, linda, tengo cosas que contarte!

─Adiós mamá.─ Respondí, y corté la llamada.

Arquitectura no era una mala carrera, de hecho, me gustaba mucho, pero no a mi mamá. Soy de las personas que piensa que, si la gente vive haciendo lo que a los demás les gustase, jamás serían felices.

Amarré mi largo cabello rojizo en un desordenado moño, coloqué leche y azúcar a mi café, y mermelada a mis tostadas, y los dejé en la mesa del comedor. Prendí el reproductor de música, y conecté mi celular a él, para luego poner música. Me dispuse a comenzar con mis deberes.

¡Ya casi terminaba! Me faltaba terminar un plano para la clase de la Srta. Gazzara, una de mis profesoras. Sólo había parado unos minutos, para almorzar.

Me levanté de la mesa en la que trabajaba, y miré el reloj de la cocina. Eran las 3:30pm.

Fui a buscar mi block de trabajo azul, para esa materia, en la habitación de huéspedes. Lo dejé en la mesa, junto a mis marcadores negros de diferentes grosores, reglas, borradores, lápices y demás cosas que usaría.

En lo que entré a mi habitación a por el cargador de mi teléfono, oí el sonido del timbre del departamento sonar dos veces, y por la insistencia en la que la persona siguió tocándolo, supe quién era. Abrí la puerta, luego de haber buscado el cargador, y vuelto lo más lento posible.

El Ilusionista. [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora