Capítulo [10]: Venganza.

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Capítulo [10]: Venganza.

Había pasado una tarde agradable en compañía de Patrick; había tomado café con él y me había contado cosas que le habían sucedido en los viajes que había hecho a algunos países en los que realizaba presentaciones. Durante ese tiempo, había respondido mensajes enviados por Dylan, que se preocupaba por mi bienestar y comentaba cosas acerca de Luke, que acababa de conocer y al parecer le agradaba. Ayer, durante la conversación con Patrick, me había dicho que no conocía mucho la ciudad, o bien, casi nada, así que me había ofrecido para acompañarle a conocerla un poco más esta tarde, ya que ahora debía dirigirme a la universidad para recibir solo un módulo de clases.

Me levanté del sillón en el que estaba acostada cuando Dylan hubo terminado su desayuno, tomé mi teléfono, y avisé a Alex que ya iba saliendo porque me había pedido que la pasase buscando de camino a la universidad. A los pocos minutos respondió que viniese por el camino largo, de seguro porque no se había arreglado aún.

Tomé las llaves del auto y del departamento, y salí a pedir el ascensor mientras Dylan lavaba el plato, los cubiertos y la taza que había estado utilizando. Bostecé y me estiré delante de la puerta de mi lugar de residencia mientras esperaba a mi hermanastro.

–¿Aún con sueño, señorita Roth?– me sobresalté, era la ronca voz de un hombre. Giré sobre mis talones.

–Buen día– respondí. Era un hombre alto, de cabello cano y piel un tanto morena. Iba vestido con un traje muy formal y elegante. No le había visto antes, pero parecía ser un vecino, porque salía del departamento que se ubicaba diagonalmente al mío.

El ascensor llegó, y Dylan salió justo a tiempo para subir al medio de transporte junto al hombre.

–Buen día– saludó educadamente mi acompañante, a lo que mi vecino inclinó ligeramente la cabeza.

El hombre me miraba de arriba a abajo con una sonrisa, lo que me hizo hacer recordar si le conocía de algún lugar, o lo había visto entrar y salir alguna vez. Dylan al darse cuenta de la mirada descarada del hombre, pasó su mano alrededor de mi cintura, pegándome a él, para luego depositar un beso en lo alto de mi cabeza, y mirar con el ceño fruncido al hombre.

–¿Son pareja?

–No– respondí a la vez que mi hermanastro respondía positivamente. El hombre rió.

–Linda pareja– sonrió, y cuando lo hizo se le marcaron las arrugas alrededor de los ojos. –Pónganse de acuerdo para la próxima– me guiñó un ojo, y salió del reducido espacio.

Salimos del ascensor y nos quedamos un rato fuera de este, detenidos uno al lado del otro. Le miré.

–¿¡Qué rayos fue eso, Schneider!? – le di un codazo.

–¿¡Viste cómo te miraba, Roth!? – contraatacó.

–¡Si pero no como para que tengas que decir que eres mi novio!– me crucé de brazos, y salí al estacionamiento.

–¿Tienes alguna clase de compromiso con ese completo desconocido como para no poder decirle una pequeña mentira?– preguntó –¡No comprendo por qué te enojas! Cuando eras pequeña, decíamos que éramos novios, y tu mamá se espantaba, porque creía que lo decíamos en serio, ¿recuerdas?

–Si lo recuerdo, y fue muy lindo y todo lo que quieras, pero no comprendo por qué debías armar tal numerito con un completo desconocido, y además, ¡delante de un vejete!

Dylan no respondió. Colocó un disco de música en el reproductor del auto, le subió el volumen, y se cruzó de brazos. Así estuvo de camino a casa de Alex, y el resto de la ruta hasta la universidad.

El Ilusionista. [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora