Capitulo[4]: Pequeño accidente.

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Capítulo [4]: Pequeño accidente.

Ya era miércoles, y no había ido a otro lugar además de la universidad, además de ir totalmente vestida de negro, para "pasar desapercibida" según yo, aunque aun así robaba unas cuantas miradas.

─No seas estúpida, no puedes vivir encerrada o vestida de negro para siempre, dime, ¿cómo harás cuando tengas que comprar ropa? ¿Irás vestida de negro y con lentes de sol a las tiendas?─ Alex había explotado ya, y aun estando enojada, pensaba en ropa ─, ¿y cuando se acabe la comida del refrigerador? ¡El refrigerador! Has dejado al pobre medio vacío, ¿no te da dolor que venga a tu casa, abra su puerta, y no saque nada de él?─ O en comida.

─Así rebajas algo.─ sonreí ─Y ya veré, quizá pinte de azul mi cabello, me haga unos cuantos tatuajes y algunos piercings por aquí o por allá.─ un pequeño grito ahogado escapó de mi boca, Alex se exaltó ─¡O por acullá─ agregué finalmente, tomando todo eso como si de un juego se tratase, a lo que Alex respondió lanzando un cojín directamente a mi cara ─¡Oye!

─Eres imposible!─ Sonreí, era divertido hacerla enojar ─Y ve a vestirte, iremos al club de tenis. Si, irás─ Me conocía tan bien, ¡había respondido a mi reproche incluso antes de haberlo dicho!

Simplemente gruñí, y caminé hasta mi habitación.

Desde que habíamos ido al espectáculo, Alex se había quedado a dormir en el departamento, para no dejarme sola, ya que si no hablaba en la calle con la gente, y tampoco en mi lugar de residencia, enloquecería.

Busqué primero mi raqueta, y luego me senté en la cama con las puertas del armario abiertas, para así poder ver qué me pondría.

─¡Apresúrate!

Tomé lo primero que recordé que tenía en el armario. Me levanté para sacar la ropa: shorts blancos con tiras turquesas a los lados, un top turquesa, y una camisa blanca agujereada encima. Até las agujetas de mis zapatos deportivos, y amarré mi cabello en una cola, acto seguido de esto, colgué el estuche de mi raqueta sobre mi hombro derecho. Estaba lista. Me miré al espejo, y luego salí de la habitación.

Me senté delante de mi amiga, que me miraba con el ceño fruncido.

─¿Tú no irás así, ¿o sí?

─Obviamente no, no podría jugar así, o más bien, ganarte así─ Puse los ojos en blanco, a lo que ella sonrió ─iremos primero a la casa de mi mamá.─ mi cara adoptó una mueca de disgusto.

Tomé mis lentes de sol, y me levanté de mala gana.

¿Qué podría pasar? Ya habían pasado cuatro días desde lo sucedido aquella noche, quizá ya haya pasado algo nuevo y se hayan olvidado de mí, ¿no?

Llegamos a casa de la mamá de Alex, y fui obligada a entrar con el pretexto de que, si no entraba, me quedaría afuera esperando una eternidad, aunque conociendo a Alex, afuera o adentro esperaría el mismo tiempo.

La casa de su madre era bastante grande y amplia, pues como yo, ella provenía de una familia adineradamente insoportable. El suelo era de parqué, u algunas paredes tenían piedras incrustadas, las que no tenían eran de un color crema un poco oscuro. Los muebles eran todos negros, en uno que otro detalle en vinotinto, crema o mostaza. De una pared de la sala caía una fina cortina de agua hacia un pequeño pozo rectangular.

Al entrar, una de las mucamas de nos acercó, ofreciendo sus servicios. Otra de ellas la siguió, hasta que ambas se detuvieron a nuestro lado.

─Es ella─ Susurró una. «Oh no» pensé, «no de nuevo, o aquí»

El Ilusionista. [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora