A estas alturas de mi vida me resulta realmente complicado encontrar la diferencia entre un día bueno y un día malo. Pero no cabía duda de que si no conseguía tener esa carta entre mis dedos, antes de que fuera abierta, sería uno malo, realmente malo.
Ni siquiera necesitaba preguntarle a Adam si me dejaría ir al estudio de ballet sola, la respuesta me la había dejado más que claro su comportamiento renuente a dejarme un segundo en soledad. Decir la verdad tampoco me daba buen sabor de boca, pero él es la única persona que conoce de la existencia de las dichosas cartas, a parte de mi por supuesto.
Mi cabeza comenzó a maquinar mil y una opciones y formas de recuperar aquel sobre que revelaba algunos de mis sentimientos y pensamientos más oscuros. No necesito más cuestionamientos sobre mi salud mental, ni más miradas de lástima o decepción. Sé que ese papel viajará hasta llegar a las manos de mi padre en caso de que Marinette lograra leerla.
Siendo Lunes el primer día laboral de la semana y siendo apenas las 11 de la mañana eran muy pocas las posibilidades de que mi antigua profesora hubiera revisado mi antiguo lugar de vestuario, lugar donde había dejado la carta.
Marinette siempre se ha destacado por ser una excelente profesora, paciente y talentosa, pero era realmente desordenada y olvidadiza, probablemente ese había sido el verdadero motivo por el que me había contratado para cubrir un par de turnos y ayudarle con la parte administrativa de su estudio.
¿Habra contratado a alguien más?
¨Tenemos que ir a mi viejo estudio de baile¨ hable en voz alta.
El día de hoy usé más mi voz que en los últimos dos meses.
Imagine como sonaba mi voz cuando estaba alterada, ligeramente más aguda y chillona de lo que por si ya era, quizás fue ese tono de alarma el que llevo a que Adam detuviera el vehículo que no recordaba cuando se había puesto en movimiento. El mismo segundo en el que frenamos por completo, sin detener el motor, el giro su cabeza hasta que su vista chocó con la mía, demostrando con una ceja levantada en el aire la incertidumbre y confusión que mis palabras lograron en él.
O quizás mi voz no había sido lo suficientemente entendible como yo pensé.
Elevó su dedo medio, anular y meñique juntos, dejando el dedo índice más elevado que el resto, a la altura del mentón y poniéndolos de forma horizontal para luego formar una pequeña vibración con ellos ¨¿Por qué?¨
Quizás no seamos mejores amigos, pero del tiempo que lo conozco puedo decir con seguridad de que se trata de un persona comprensiva y confiable, o al menos eso es lo que sus actos me habían demostrado.
Espero no equivocarme en esto.
En ese momento me pareció que la verdad sería el camino más rápido.
¨Nunca recuperé la carta de Marinette¨
Gracias al cielo no necesito dar más explicaciones, el sabe de sobra quien es y que clase de carta es de la que estoy hablando. En la carta de él mencione a todos aquellos que estaban destinados a recibir también una, sin embargo no que era lo que contaba en cada una de ellas.
La carta de Marinette era, probablemente, la que menos trasfondo tenía siendo que probablemente todo lo que dice es algo que ella se pudo haber imaginado sin ayuda. En ella le pedí que usara en el próximo recital, ese que yo venía preparando durante casi un año, mis zapatillas de ballet y le hablaba del cambio que mi vida había sufrido cuando la conocí, de como ella había significado una figura materna en aquellos años en los que me perdí a mi misma. Confesaba también la culpa que me carcomia desde aquel septiembre 7, el odio hacía mi misma que esa noche había provocado y las pesadillas que había tenido con aquellos ojos azules llenos de lágrimas.
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Escucha mi silencio
RomantizmAlex era bailarina y su sueño se acabó tras haber quedado sorda. Alex tuvo un accidente que le arruino la vida hace un par de meses y ahora, cuando piensa perderla en el mismo lugar donde ocurrió, se encontrará con Adam, quien le enseñara que las co...