Capítulo 35 |Parte 1|

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- Marinette, Marinette cariño despierta- la azabache escuchaba voces, apretó los ojos y los abrió lentamente encontrándose en una habitación de la clínica, sus padres estaban viéndola y Alya los acompañaba.

Marinette maldijo por lo bajo.

- ¿Qué pasó?- se limitó a decir.

- te desmayaste, Alya nos avisó y decidimos traerte.

- ahhhh- suspiro- no importa, ¿ya puedo irme?- pregunto.

- no, Marinette, creo que es mejor que te quedes- dijo su padre serio.

- papá, ya lo hablé con mamá no me quedaré- dijo mientras veía a sus progenitores.

- Marinette, hija, no podemos quedarnos sin hacer nada mientras que esa enfermedad acaba con tu vida- Marinette miró al otro lado, Alya tomo su mano haciendo que la viese a los ojos.

- Marinette, por favor- la azabache negó.

- lo lamento, pero no es su decisión. Además, ya no queda tiempo- al decir aquello, por la puerta entró el doctor Lowry.

- no creí verte nuevamente, Marinette- dijo con extrañeza.

- lo siento, doctor, no creí que me fueran a traer- se cruzó de brazos.

- tienen una hija muy terca- Tom y Sabine asintieron.

- doctor, por favor, debe hacerla entrar en razón-

- lo lamento señora, pero Marinette tiene razón... La leucemia ha estado en su cuerpo por mucho tiempo, no dio síntomas hasta ahora por eso no hemos podido intervenir antes- Marinette relajo los brazos.

- está diciendo que no puede hacer nada por nuestra hija-

- estás es la parte difícil de nuestra profesión, siempre lo hemos dicho y siempre lo diremos; lo lamento señores Dupain Cheng pero ya no podemos hacer nada...- se quejó los gafas mirando a los presentes con tristeza.

- lo sabía, siempre lo supe- confesó.

- ¿Por qué nunca dijiste nada?- pregunto desesperada.

- no podría contestar eso Alya, solo les pido una cosa- los individuos la vieron- olvidemos esto, por el bien de todos- pidió.

Esa misma tarde, Marinette salió de la clínica.

Nadie dijo y una sola palabra de este tema por el resto del día.

Tanto sus padres como Alya, olvidaron el tema o al menos trataron de no demostrar su pena, Marinette estaba como si nada hubiera pasado aunque en su interior sabía que no era cierto.

Los días pasaron rápido y ambos jovenes se encaminaron hacia el centro de rehabilitación.

- solo un mes más, ¿verdad?- dijo el rubio.

- solo un mes más y podrás ver colores, Adrien- le sonrió.

- también podré verte, Marinette- dicho esto ambos se sonrojaron.

- bu-bueno podrás vernos a todos- rió nerviosa.

Marinette acompañó al muchacho como había hecho anteriormente, las mismas actividades y ejercicios que habían hecho que su vista mejorarse.

Cada cierto tiempo Marinette se limpiaba la nariz, y se quedaba dormida por unos minutos.

Con los ojos pesados salió por un café encontrándose con la señora Jhonson.

Se mis ojos [EDITADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora