Querido Dan:
Todavía pienso en aquella vez.
Estábamos viendo la misma película por tercera noche consecutiva.
En una de esas escenas de tensión, buscaste mi mano.
La tomaste, y sonreíste.
"Tengo miedo" dijiste y yo reí.
Reí porque eso eras tú, Dan.
El chiste preciso, la sonrisa perfecta.
Aún lo sigues siendo.
Perdóname.