Querido Dan:
¿Sabes qué es peor que llorar por una pérdida?
No hacerlo.
No me permito llorar, Dan, porque me niego a pensar que te he perdido.
Tú estás ahí, al alcance de mi mano.
Aún no logro reunir el coraje suficiente para estirar el brazo.
Querido Dan:
¿Sabes qué es peor que llorar por una pérdida?
No hacerlo.
No me permito llorar, Dan, porque me niego a pensar que te he perdido.
Tú estás ahí, al alcance de mi mano.
Aún no logro reunir el coraje suficiente para estirar el brazo.