Capítulo 4 'Ella'

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Cato se da la vuelta para enfrentar a éste joven. Ambos se desafían con la mirada, ninguno aparta la vista hasta que el pelinegro avanza hacia nosotros. Catriel se tensa.
Mi cabeza explota por la tensión que se concentra aquí.

—Ella está bien, no te metas donde no te llaman Kilian —Responde entre dientes.

—Puede hablar por si sola, no hables por ella —Frunce el seño para luego mirarme, en el momento en el que nuestras miradas se cruzan él parece suavizarse—. ¿No es así?.

—Estoy bien —Anuncio, pero mi cabeza le grita 'Sácame de aquí', esto me da mala espina. No quería que el tal Kilian me deje aquí con este desconocido que solía ser mi amigo.

—Catriel, te advierto que... —No lo deja terminar la frase.

—¿Me adviertes qué? —Lo reta con una gran sonrisa triunfante. Luego se cruza de brazos. Se nota como el chico de pelo negro se tranquiliza a si mismo y se contiene de no lanzarse sobre el rubio.

—Necesito hablar con ella —Vuelve a mirarme su tono ahora es más calmado—, Por favor.

—Ella no quiere hablar contigo —Ríe, pero al verme pasar por su lado hacia el chico llamado kilian me toma del brazo con mucha fuerza haciéndome emitir una mueca—. Oye, no. No irás con el.

Trato de no mirarlo y no decir palabra alguna, porque se que si lo miro me quedaré y si hablo diré algo que realmente no quiero decir.
Al darse por vencido, el rubio me suelta dejándome libre y sin esperar nada casi corro hasta la salida de la fraternidad. Cuando finalmente llegué al patio delantero siento que alguien está detrás de mi. Kilian.
No lo conozco, pero siento algo familiar y reconfortante en su presencia.
Son las tres de la madrugada, mi cuerpo tirita de frio. Camino a paso lento hacia una gran roca que se encuentra debajo de un árbol y me siento en ella. El chico imita mis acciones.

—Así que tú eres Kilian —Digo sin mirarlo.

—Así que tú no me recuerdas —Me observa detenidamente—. Me ha contado mi hermano. No recuerdas la noche en la que te viviste en tu trabajo.

—Tú no estabas allí. Sino no te hubiera olvidado —Abro los ojos como plato—, Quiero decir, que si alguien iría a ver a mi trabajo, lo recordaría mínimamente. —Digo rápidamente y el ríe.

—Seguro. Escúchame —Lo miro— ¿Tampoco recuerdas el collar que te di?. Tenia un cristal que era de un color transparente con tonos lila.

—¿Collar con una pierda lila? No, no tengo ningún collar así. —Niego con la cabeza y frunce el seño.

—¿Te puedo pedir algo? Sé que tú no me conoces y eso.. Pero —Asiento rápidamente —, No te fíes de Catriel. Ten cuidado.

El fin de semana me limito a descansar, limpiar y trabajar como nunca. A pesar de que muchos lo odian, amo limpiar y me siento completa cuando los pisos de mi casa se encuentran relucientes. Aproveché la situación para buscar dicho collar lila, el cual no apareció por ningún lado.
Llevo a Mitens a su revisión mensual en el veterinario y voy a mi visita con la terapeuta.
Finalizando el domingo recibo la visita de Bruce y Lira. La llegada de los dos me alegró el alma, llevaba tiempo sin verlos y realmente los extrañaba. Me comentaron que tenían planeado vender su casa, cosa que no me gustó del todo ya que tenía tantos recuerdos allí. Pero en definitiva era su casa y su decisión.
Nuevamente llega el lunes, nuevamente la rutina, nuevamente lidiar con Cato.
Cuando me encuentro con mi grupo de amigos algo está mal, mi corazón se comprime, por primera vez en estos años no me siento a gusto.

—¿Qué te sucede, linda? —Catriel me saca de mis pensamientos y lo miro confundida. «Linda».

—Nada. Fin de semana agotador —Trato de sonar lo mas normal posible.

Doppelgänger: Mundos Enfrentados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora