La cabina estaba sumida en un completo silencio. Nada se movía.
Ace seguía en la misma posición de antes, pero con una aire más relajado.
-Así que huiste de tu familia-dijo mirando la parte superior de la burbuja- bastante bien para un tenryuubito, si te soy honesto pensé que eran todos estúpidos.
Maris se quedó desconcertada ¿Se suponía que era un chiste? ¿Qué quería decir con eso? Ace pareció notar su turbación.
-No me refiero a que tú seas estúpida. Si querías escapar no te culpo, los tenryuubito son detestables.
-¿No crees que yo soy detestable?
Ace la miró, incrédulo por lo que acababa de llegar a sus oídos.
-Tú eres muy agradable ¿Por qué te detestaría?
La muchacha estaba feliz por su reacción, pero la confundía ¿Es que él no estaba pensando en lo que implicaba aquello que le acababa de decir?
-¿Cómo que porqué? Mi familia, mi sangre es de maltratadores. Toda la gente que conozco te hubiese escupido encima sin pensarlo dos veces y no habrías podido hacer nada.
-Pero tú no lo harías- insistió el comandante con el ceño fruncido- No entiendo qué intentas ¿Que cambie mi percepción de ti?
-¿Así que no te importa?
-Yo no juzgo a la gente por su sangre.- a su mente retornó la frase “todos somos hijos del mar”- Además, cuando era niño conocí a alguien parecido a ti.-Se apoyó con los brazos detrás de la cabeza- No era un tenryuubito, pero su familia era adinerada. Yo sabía que él no era igual a ellos, como sé que tú eres diferente de tu familia.
La tenryuubito se quedó muda. El mecanismo de la noria continuó su lento trayecto sin interrupciones y el paisaje siguió variando, mostrando desde lejos y cerca todos los rincones del archipiélago Sabaody. Llegaron abajo y se detuvo. Salieron de la cabina.
-¿Quieres subirte a otro? No te ves muy animada.
La muchacha se encogió de hombros
-No lo entiendo.- dijo él.
-Lo siento- dijo ella.
Empezaron a caminar y salieron del parque de diversiones. Seguían una línea recta sin detenerse a pensar hacia dónde ir. Maris se sentía mal por arruinar el ánimo del día y no saber si tenía una excusa real para ello. Ya habían pasado unas horas desde el mediodía y, aunque la noche aún se veía como algo distante, el sol se movía imperturbable y amenazante. Cada paso se hacía pensado en ese silencio compartido.
Llegaron a unas zonas con pocos vestigios de acción humana y la falta de sonido se hizo aún más potente. Eran los groves interiores, que no se regían por leyes, aquel lugar donde los marines no ejercían su control.
Ace se detuvo y se tiró al suelo en una de las incontables áreas cubiertas de pasto. Se recostó, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, y se puso a mirar el cielo (o lo que se podía ver por entre las ramas).
-¿Qué haces?
-Quiero detenerme.
-Pero…- la muchacha se acuclilló y tocó el pasto con la yema de los dedos- tu espalda quedará cubierta de resina.
-De eso me preocuparé cuando me levante- dijo sin moverse, luego agregó un poco más despacio:- es demasiado tarde ahora.
Maris se sacó el sombrero y lo colocó sobre el rostro del pirata para que no le llegase el sol, luego se sentó con cuidado, con la mirada puesta en el desolado paisaje.
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Ace, soy una Tenryuubito || One Piece || AcexOc
FanfictionMaris halló una oportunidad para escapar de su familia de sangre noble. En su camino de salida del archipiélago Sabaody se tropezará con Ace, el comandante de la segunda división de barbablanca, quien le despertará fuertes sentimientos con los nunca...