-¿En dónde quedamos?
Christine tenía la espalda en la pared y la vista puesta en los labios del pirata, quizá con el mismo nivel de deseo con el que él se acercaba lentamente a su rostro. Fue entonces que con suavidad ambos juntaron sus labios y la joven sintió por primera vez ese roce tan cálido sobre la boca. Cuando se separaron levemente percibió de manera inmediata la respiración entrecortada sobre la punta de su nariz. Lo observó por unos segundos, luego volvió a cerrar los ojos y lo agarró de la nuca para volver a sentir esa caricia tan placentera, mas esta vez se aventuró de manera apasionada a degustar la ambrosía; lo que no se esperó era que Ace adelantara su lengua y lamiera su labio superior. La muchacha abrió la boca por la sorpresa, a lo que el comandante aprovechó para introducir aquel órgano en ese espacio. Christine, al nunca haber hecho algo parecido, se quedó quieta, pero inmediatamente quiso unirse a la actividad por lo bien que se sentía e introdujo, de igual manera, su lengua en la boca del pirata. Se sentía tan bien. Con una de sus manos recorrió el cabello de su apasionado compañero y notó que el sombrero había caído y ahora colgaba sobre su espalda. Por otro lado, él atraía el torso de la muchacha, que, al encontrarse tan erguido, había dejado un trozo de abdomen al descubierto y este se presionaba contra el cinturón del comandante. Se separaron para respirar.
-Eso estuvo muy bueno- dijo ella como en un trance sin dejar de observar esos labios.
-Por supuesto que sí- respondió con orgullo- Hasta una mujer experimentada estaría impresionada de mi destreza.
La joven volvió a aproximarse dispuesta a continuar con el juego, no obstante Ace tenía otros planes. Fue directo al cuello de la muchacha y beso, succionó y mordió la zona. Ella no podía evitar que de su boca escaparan sonidos de vez en cuando. Su pecho llegaba a doler por lo desenfrenados que se habían vuelto sus latidos. Aquel día era el mejor regalo que alguien podría darle y agradecía mentalmente, mientras a su alrededor empezaba a surgir la oscuridad, que tuviese la dicha de vivir ese final. Ace se dirigió nuevamente a sus labios y esta vez la presión contra la pared permitió que Christine fuera capaz de que una de sus piernas se arrimara a la cadera del comandante a la vez que la otra quedaba colgando. Sentía como todo su cuerpo estaba pegado a él y le proporcionaba un calor abrazador. A ella le encantaba. Y sus lenguas, que batallaban cada vez más dentro de sus bocas, dejaban restos de saliva en la comisura de sus labios; saliva de ambos. Se sobresaltó cuando sintió que algo se movía entre las piernas de su compañero, pero él se dio cuenta y le susurró sensualmente a su oído que se tranquilizara, lo que hizo que ella casi se derritiera en sus brazos; luego continuó en lo suyo.
Al fin podía sentir con plenitud ese fornido cuerpo que la empujaba con fuerza contra el muro, esos brazos que habían empezado a recorrer los muslos de sus piernas y lo que quedaba descubierto de su torso. Ella también quería tocar y, mientras con un brazo rodeaba el cuello del pirata, con el otro se dio la libertad de explorar, sin embargo, se encontró con que no sabía por dónde empezar ni cómo hacerlo. Dirigió su mano al pecho de Ace e inmediatamente se vio apretujada entre ambos cuerpos. El comandante rió sin dejar de besarla. Christine, en cuanto pudo liberar sus dedos, los llevó a los bíceps y tríceps del comandante y los sujetó a la vez que él bajaba su cabeza hasta la zona de la clavícula e inhalaba el aroma de la muchacha.
-Ace...
El susodicho depositó un suave beso un poco más abajo, casi rozando la parte superior de uno de sus pechos.
-Christine- dijo, pasándose la lengua por los labios- Tengo que decirte algo.- la chica alzó una ceja interrogante mientras en el fondo quería que continuara besándola- mi barco va a partir a primera hora de la mañana. ¿Qué te parece si ahora buscamos un lugar tranquilo y oculto para...? Tú sabes- le dedicó una sonrisa cómplice.
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Ace, soy una Tenryuubito || One Piece || AcexOc
Fiksi PenggemarMaris halló una oportunidad para escapar de su familia de sangre noble. En su camino de salida del archipiélago Sabaody se tropezará con Ace, el comandante de la segunda división de barbablanca, quien le despertará fuertes sentimientos con los nunca...