Capítulo 1.

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Primer día del último año de instituto. Alicia, al contrario que sus compañeros, no está nada nerviosa. Están en el pasillo del instituto, todos gritando, dándose abrazos y comentando todas las aventuras del verano. Alicia está apoyada al lado de la puerta, sola, con los auriculares puestos. No le interesa en absoluto lo que esa gente haya hecho en verano, a decir verdad no soporta a ninguno. Se siente fuera de sitio en ese "instituto para niños pijos", que es como ella lo llama, pero a sus padres les parece uno de los mejores de la ciudad, y ya se sabe que con tus padres no se puede competir.

Desde lejos, Alicia aprecia el caminar de uno de los profesores a los que conoce desde que empezó en aquel lugar, Don Martín, un hombre bajito, calvo y con gafas y bigote. A Alicia siempre le ha llamado la atención ese profesor, le recuerda al típico hombre ridículo de película. Pero a pesar de eso Don Martín es una de las pocas personas dentro de aquel instituto que a Alicia le caen bien. 

Cuando Don Martín abre la puerta, todos los alumnos entran aún entre risas y alguna que otra broma. La última en pasar es Alicia, que se ha quedado esperando a Carlos y Blanca, que consiguen llegar a tiempo por los pelos. Los tres entran en clase y se sientan en su sitio habitual, al fondo y en la esquina.

-Adivina quién me ha preguntado por ti hoy. -Le dice Blanca a Alicia mientras Don Martín suelta el típico discurso de bienvenida.

-¿Alguien te ha preguntado por mí? -Responde Alicia extrañada.

-Sí, ha sido David. Dice que le pareces rara, pero que le encantaría quedar contigo algún día.

-Ni si quiera sé por qué hablas con ese capullo. ¿No recuerdas que le odio?

-Oh, venga Alicia. Así nunca llegarás a nada. El chico no está nada mal.

-No, definitivamente no.

Unos instantes después, David, un chico alto, guapo y tenía a todas las chicas en el bolsillo, estaba guiñándole un ojo a Alicia mientras ésta se esforzaba en ignorarle.

La primera hora pasó rápido, y mientras esperaban a que llegase el nuevo profesor de arte, Carlos, Blanca y Alicia salen al pasillo en busca de la hoja de inscripciones al taller de teatro. Para Alicia el taller de teatro era la única actividad del instituto que le parecía interesante de verdad. Lo malo es que cada año la tenía que dar un profesor diferente puesto que no contaban con presupuesto suficiente para contratar a un experto de verdad, así que Alicia y sus amigos siempre acababan ejerciendo de profesores frente a los demás alumnos, que solían ser de cursos menores. 

Pero este año en la hoja de inscripción hay un nuevo nombre con respecto al profesor. 

-Chicos, mirad. -Dice Carlos. -Hay un profesor nuevo. ¡Y es sólo para nuestro taller!

-¡Por fin! -Dice Alicia. -¿Nombre?

-Álvaro. -Dice Carlos. -Por lo que pone aquí ha hecho varias giras teatrales. ¡Es genial!

Y con esta nueva e inmejorable noticia los tres volvieron a clase, consiguiendo entrar por los pelos.

El día transcurre rápido para los tres, ya que lo pasan hablando de cómo será el nuevo profesor. Blanca lo imagina como un bohemio, que tiene tres perros y vive solo en un pequeño ático en el centro de Madrid. Por su parte, Carlos lo concibe como una persona mayor, con experiencia y que no quiere jubilarse y por eso está allí. Y para Alicia es un hombre casado, con tres hijos y piensa que su escapatoria de su rutnida de cambiar pañales y recoger juguetes es el teatro.

Por fin llega la última hora, por supuesto con Don Martín. Alicia pasa la clase hablando con Blanca sobre las obras que podrían interpretar mientras Carlos ojea un libro sin que el profesor le vea. Al final de la clase, Don Martín le pide a los tres que se queden un momento.

-Bien chicos, he visto que os habéis vuelto a apuntar al taller de teatro. Quería informaros sobre el nuevo profesor. -Explica Don Martín. -Es un chico que vivía del teatro y, porqué no decirlo, de sus padres. Pero lamentablemente la empresa que mantenía su padre quebró el verano pasado y ahora él tiene que mantenerse a sí mismo. Espero que os llevéis bien con él y le ayudéis en todo lo posible. Empezáis mañana.

-Por supuesto. -Responde Carlos en nombre de todos.

Unos minutos después los tres caminaban en dirección a casa.

Cuando sé que estás dormida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora