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Las ruedas ni siquiera están tocando el suelo,
tengo miedo de quitarlas, pero están tan gastadas.

Yuqi no me dejó decir nada, pues se fue. Sin embargo, noté algo peculiar. No era la primera vez que veía sonrojada, pues siempre me había llamado la atención verla así, se veía un poco adorable cuando sucedía, sin embargo, todas esas veces habían sido cuando teníamos sexo. Sus mejillas rojas y llena de sudor. No obstante, esta vez no estábamos teniendo sexo. Su sonrojo era de vergüenza y me tomó más de un minuto salir tras de ella. Conocía a Yuqi lo suficiente. Ella nunca se había enamorado. Y si tenía miedo es porque el momento había llegado; pero ¿De quién? ¿Del pelicastaño? Lo dudaba, no veía hasta el momento signo de eso más que buscarlo para otra cosa, aunque dudaba que se hubiesen acostado. Yuqi no se acostaría con alguien que tenía sentimientos por ella, era su lema.

Sin embargo pensar eso, me revolvió el estómago. ¿Se habrá acostado con alguien más y ahora tenía sentimientos como con su primer chico?

Salí del comedor y miré a mis dos lados ¿Dónde podía estar? Se me ocurrió llamarla mientras caminaba ¿La encontraría en la facultad? Quizá sí, así que mientras me acercaba ella contestó.

Estoy en la banca donde te conocí.

Debí suponerlo, así que corrí. Mi corazón estaba latiendo. Yuqi era directa y se me lo había dicho era... ¿Ella sentía algo por mí?

Llegué a ella solo segundos más tarde. Se veía tan frágil vestida así, con un vestido celeste y zapatillas blancas. Miraba y apretaba su móvil. Yuqi se veía hermosa. Me acerqué al punto que cuando me miró saltó sobre mí, en un fuerte abrazo.

Te extraño, Yoongi.

Me dijo. Estaba helado.  Yuqi me extrañaba igual que yo lo hacía, pero ¿Era de la misma manera o extrañaba el sexo entre nosotros o las conversaciones diarias? ¿Qué extrañaba exactamente? Sin embargo mi duda no fue impedimento para abrazarla. Sentir su olor y su delicado cuerpo era la gloria. Podía quedarme así por siempre.

Estoy confundida, Yoongi. No sé lo que siento; Titubeó, mientras aún se aferraba a mí.

No tienes de qué temer, le dije. No dije que sospechaba que era yo, no quería hacerme ilusiones, pero verla mirarme con un brillo hizo que esa llama de duda se encendiera.

Por favor, no me botes como él; me miró con dolor. Él, el primer chico. Con eso confirmaba mi duda. Me alegraba, pero a la vez no, Yuqi podía marcharse al dejar de estar confundida. Rogaba que no solo sea su necesidad otra vez. Aún así le dije:

No soy él.

Training wheels + myg [book 2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora