Parecían días comunes y corrientes, la briza de viento soplando y moviendo las hojas de los árboles que pasando el otoño ya iban cayendo gráciles al frío suelo húmedo.
Sin embargo, el mundo parecía despertar de un letargo de siglos en los que el amor parecía a punto de perecer; un lugar donde se rompían promesas y se creía que se podía controlar la naturaleza, que podían decidir qué hacer con la vida.
Un lugar donde ya no reinaba el amor.
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Mira el firmamento, el mismo de cada carretera. Siente la cálida respiración en su nuca y no puede evitar suspirar ruidosamente. Y se arrepiente cuando él se voltea y ahora sólo siente su espalda.
Él era una persona libre. Siempre lo fue. Amaba viajar. No por lo que decía mucha gente por ahí. Simplemente porque en su mente no existían los supuestos límites que el ser humano —en su locura—, había inventado. Tampoco vivía en un mundo lleno de estúpidas ilusiones donde te la pasabas viajando y viviendo felizmente, y nada más. Sabía que debía trabajar, ganarse el pan del día, sudar la gota fría, pagar el precio de ser libre.
Porque todo tenía un precio.
Una sombra tapa su visión y lo reconoce cuando toca la ventana de su casa móvil. Era Kyuhyun. La voz de su grupo; sí, eran una banda de rock. La voz de Kyuhyun era única y había cautivado con su forma de cantar a muchos fans.
Eran muy amigos, hasta amigos de insomnio.
Eran omegas, además.
Eran como un circo de ambulante, ver un omega cantar tan bello y ser alabado por tanta gente atraía más gente aún, como si fueran fenómenos.
Tal vez lo eran.
Sujeta una manta y calza sus pantuflas para salir a conversar un poco con él. Sujeta uno de esos gorritos con orejas que un fan alfa le había obsequiado en su primera presentación, habiéndole deseado suerte.
Ahora era su gorrito de la suerte.
—Te tardaste mucho —se queja el de mirada diabólica (sí, diabólica). Era un omega, y al ver la fiereza en sus ojos pocos lo creían. Pero bastaba con olerlo para saber que la suavidad de las rosas siempre lo acompañaba.
—Ni un minuto, mentiroso —se queja golpeándole el hombro, mientras se sentaba a su lado.
A veces solían tener temas de conversación tan ridículos como los diálogos tontos de sus películas favoritas, que habían terminado memorizando sin querer realmente. Otras veces hablaban de lo extraño de sus días en esa gira internacional. Muchas otras veces hablaron de la mierda que la gente solía lanzarles en las redes sociales. La verdad su manager era quien se encargaba de ello. A él poco le interesaba todo ello, la verdad. Y, por último, estaban todas esas veces que solían hablar del amor, del desamor, de sus penosas ilusiones, del sentido de sus vidas, la razón por la que hacían lo que hacían, el motivo o razón por las que se levantaban cada día de sus camas.
Las respuestas no siempre eran las mismas, pero les gustaba escarbar, de vez en cuando, sus almas, a la luz de la luna.
—Has estado algo callado desde tu... —Kyuhyun solía fumar algunas veces, decía que quería hacerlo y que si acortaba su carrera como cantante, le daba exactamente lo mismo—, último celo.
Eran excelentes amigos, no porque fueran omegas, aunque serlo les fue de mucha ayuda cuando se sintieron perdidos en ese mundo en el que ser o no ser podía terminar con la vida de alguno, incluso antes de nacer.
—Esto ya se termina, supongo que es eso.
Suspira tapándose hasta la nariz con esa manta de lana tejida que había comprado en ese horrible invierno en la región del norte. Se sentía nostálgico, ya añoraba esos días de estar en la carretera aunque —para ser sinceros—, a veces se sentía demasiado cansado.
Ser libre no significaba no dejar de volar, significaba estar donde su corazón quería.
Y él quería un hogar.
—No es que vivamos en otros países —decía Kyuhyun mirando a la que reinaba en el cielo—. Después de todo vivimos en la misma ciudad.
Donde lo había conocido, a su amante. Aquella noche, aquel viernes... Sacude la cabeza para no recordar. Ya estaba lo suficientemente mal y decaído como para sacar esos recuerdos de su memoria y ponerse sentimental.
Ni tragos tenían ahí, apenas ese mísero cigarro que su amigo no compartiría con él.
—Seguro llegará otro contrato, tú sabes —el de mirada afilada se encogía de hombros mirándole a los ojos.
No tenían que decirlo. Su amigo sabía por lo que sufría. Hasta está seguro de que Kyuhyun tiene la certeza de que tiene un maldito nudo en la garganta.
—Es posible.
No revela sus verdaderas intenciones, no dice absolutamente nada, porque teme que él se entere con sólo mirarle.
La verdad era que si le contaba, una de las cosas más probables, era que Kyuhyun terminara convenciéndole de hacer alguna locura.
Eran amigos desde niños, ambos se conocían demasiado bien, para su propio bien.
—Quisiera ser como tú —recuesta su cabeza en el hombro del contrario.
—¿Y cómo se supone que soy? —casi se atora con el humo que el muy estúpido le tira en la cara al preguntarle.
—Un estúpido racional —susurra suspirando—. Invítame un poquito.
Mordisquea la camiseta de su amigo, riendo ambos vieron salir el sol.
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Finalmente pude terminar este fic <3 Espero lo amen como yo.
Disfrutemos del 2min day que no pude celebrar como se debía, ahora lo haremos subiendo 2 capítulos cortos cada día.
Iré dedicandole cada capítulo a las personitas que son activas en sus comentarios y votos :D
¡Muchas gracias por su apoyo y disfruten!
;)
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Déjame Amarte - 2min
FanfictionParecían días comunes y corrientes, la briza de viento soplando y moviendo las hojas de los árboles que pasando el otoño ya iban cayendo gráciles al frío suelo húmedo. Sin embargo, el mundo parecía despertar de un letargo de siglos en los que el amo...