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Al finalizar el concierto pone las baquetas en sus cinturones, después de todo, eran las de la suerte, pensaba, y no estaba dispuesto a perderlas.

Sujeta su brazo izquierdo, había empezado a molestarle a medio concierto, incluso Kyuhyun le había dado unos minutos de descanso mientras hablaba idioteces con el público. Necesitaba hielo. Maldita sea.

Un concierto más.

Y como después de cada concierto, va a al coche que compartía con Minho—sí, le había convencido de volver a dormir con él, qué fácil era—, necesitaba curarse de una vez.

No iría a la reunión de celebración, estaba realmente cansado y sin ganas de nada más que de tenderse en la cama y dormir. La adrenalina que le sostuvo durante el concierto ya se había agotado.

Abre la puerta del coche y se sorprende cuando Minho le está esperando con la bolsa de hielo en las manos, mirándole serio. Se siente raro cuando él se acerca, porque era Minho y él jamás se perdía una reunión en la que podría tranquilamente ligar con alguien que satisficiera su sed de sexo.

—No me mires así —se queja Minho rodando los ojos, en lo que se acercaba y le alzaba de la cintura, haciéndole sentar sobre la mesa de la cocina—, te vi mal en el concierto y supuse que necesitarías un masaje.

El silencio no es tan incómodo, pero el aire mismo sabe extraño. El olor de Minho no era el de siempre, había algo extraño. Quizá se habría acercado a alguien y por eso desprendía ese suave aroma a menta.

Por un segundo pensó en preguntar a qué se debía, pero al mismo tiempo que su mente terminaba de hilvanar esa idea, su conciencia le dijo que no tenía derecho a estar preguntando semejantes sandeces. No tenía derecho, nunca lo tuvo. Ni siquiera eran amigos.

Eran amantes ocasionales y compañeros de banda. No había demasiado cariño ni confianza, todo era parte de ese contrato. Era tan extraño, cuando Kyuhyun le había invitado le dijo que Minho y Yonhwa eran como hermanos, que su grupo podría ser una futura banda importante. Serían las tonterías que solía hablar a veces, como si hablara de algo que sólo existía en su imaginación.

Tonto Kyuhyun. Él firmó el contrato sin preguntar demasiado, no tuvo ensayos más que uno ocasional donde Kyuhyun le había escuchado y dijo que era lo suficientemente bueno para sustituir al baterista oficial que había tenido una fractura en su brazo y no podían suspender la gira, hasta ya existían boletos vendidos.

Y ahí estaba, cinco años después, con un grupo que parecía más de enemigos y gente enemistada que estaba ahí sólo por negocios, que por amistad y gusto por su trabajo. No podía negar el amor que cada miembro le mostraba a su trabajo, pero eso no parecía suficiente para ser un verdadero equipo.

Le habría encantado conocerlos cuando fueron un verdadero grupo de amigos, aunque quizá era él quien no encajaba y por eso nadie se hablaba bien, ni por si acaso. Kyuhyun solía repetirle que dejara de pensar de esa forma, pero no podía evitarlo, no si en su mente estaban esas experiencias de las que creyó, formaría parte.

—Estás un poco extraño —comenta cerrando los ojos y dejándose hacer con esos dedos que agiles y expertos daban descanso a sus tensados y doloridos músculos.

—Es sólo que... —esa duda le hace abrir un ojo y mirar el semblante serio del hombre alfa que amaba—, hiciste un excelente trabajo, me gustó escucharte todo el concierto.

Déjame Amarte - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora