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Se había prometido, una noche de insomnio mientras miraba la luna desde la pequeña ventana de su casa móvil, que disfrutaría cada maldito día al lado de ese alfa que tanto deseaba.

Ese que tuvo durante todo ese tiempo, sin que él supiera realmente.

—No sé cómo sigues existiendo sin desayunar bien ni dormir bien —ese regaño era el típico de cada día.

—Son mis poderes Choi, déjame en paz.

Sujeta su rebanada de pan con mermelada y todo digno va donde está el guitarrista, Yonhwa. Otro alfa. Uno con el que Minho tenía diferencias —muchas, en realidad—, de vez en cuando.

Estando ahí con Yonhwa solía sentirse algo protegido de sus propios sentimientos y pensamientos. Esos que normalmente no eran coherentes con la realidad. Sabía que esa preocupación y esa leve atención, de parte de Minho, eran únicamente algo de colegas de trabajo. Pero como él iba de estúpido enamorado, como un bruto omega de quince años, pues solía confundir la realidad, se hacía novelas que luego terminaban siendo cuchillas en su interior.

¿Que si iba a disfrutar? Que alguien le dijera que lo que hacía era todo menos eso. Porque, para Lee Taemin, disfrutar era estar junto a Choi Minho hablando de estupideces y rozándose disimuladamente —según ellos—, y haciendo un par de cosas para adultos cuando nadie los veía. Y recientemente ponía más tierra entre ambos.

No sabía lo que hacía, últimamente se contradecía casi todo el tiempo, parecía haber una lucha entre su mente, su corazón y su estúpida entrepierna que no le dejaban el camino fácil. Era un camino espinoso, desde que lo conoció supo que sería de esa forma, pero no tanto, por dios.

Siente la mirada perforante de Minho, pero no se voltea, prefiere que Yonhwa siga en su rango de visión, hablándole de algunos acordes que podrían mejorar las canciones para que en vivo sonaran inolvidables.

—Lee, deberías comer un poco más —es que nadie entendía que no era que no tuviera hambre, es que ninguno entendía que era la tristeza que le quitaba el apetito. O quizá todos lo sabían, pero ninguno se lo decía en la cara—. Serán dos conciertos seguidos, cada uno de tres horas —decía sujetando un poco de dulce de leche y untándolo sobre un pan tostado—, me preocupas —dijo haciendo una mueca—, en realidad me preocupa que no puedas tocar dos días seguidos con esos brazos, ya no utilizas tus pesas.

Esas que su ex novio le había obsequiado, esas que no quiso botar, porque ¡Carajo! ¡No le gustaba ser un niñato emo que fuera a matarse sólo porque lo tiraran como si no valiera nada y lo cambiaran por quien sea! ¡No iba a matarse sólo porque su pareja había quebrantado el vínculo que tenían, que terminó matando algo más en su interior!

—Eres un imbécil —ríe divertido por la forma en la que Yonhwa solía disimular sus sentimientos y su preocupación, hablando de dinero o de lo que sea que fuera a perjudicar a la banda.

Dios.

Era eso por lo que siempre tenía diferencias con Minho.

—Yo me encargaré de eso.

En cuanto escuchó la voz de Minho, apenas pudo reaccionar, porque estaba siendo tirado del brazo como si fuera un bulto que el idiota de metro ochenta arrastraba hacia la casa móvil.

—Odio a ese idiota —Minho masticaba sus palabras y Taemin rodaba los ojos por las estupideces por las que siempre veía a Minho pelear con Yonhwa.

Déjame Amarte - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora