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Sujeta su guitarra acústica, su compañera fiel de toda la vida, y cierra los ojos intentando recordar las melodías que compuso durante el viaje. Casi había compuesto un álbum entero en el camino, durante aquellas tardes en las que veía el sol ponerse y a Lee Taemin existir.

Fue tan sutil, tanto que estaba seguro de que Lee creía que no le interesaba en lo mínimo, al contrario.

Era tan reconfortante verlo sonreír por tonterías, era más que suficiente con verle existir y no arruinarlo acercándose más a él.

Esos días en los que no se podía permitir pensar en sentimientos ni emociones que sean dirigidas hacia nadie más que su esposa, son esas emociones las que quedaron plasmadas en notas que rogaban por un poco de esa ilusión. Y el resultado eran esas canciones compuestas. Letras que hablaban de amor; uno irrealizable, inalcanzable, inadmisible, sentimientos que no podían ser puestos en palabras, deseos imposibles.

Jamás se había permitido soñar en tenerle. No tenía derecho. No lo tuvo.


—Él no volverá a trabajar con nosotros.

—¿Dijo por qué?

Kyuhyun niega con la cabeza y le sonríe con pena.


Tampoco quería irrumpir en su vida, aun a los ocho meses de su separación, con el divorcio y los juicios que le pesaban, no quería que creyera que sólo le buscaba por algo de sexo. O como si no tuviera opción.

Podía encontrar eso si quisiera, pero no quería algo tan vacío.

Esperaría a sanar por completo, esperaría y se haría un mejor hombre, un alfa que pudiera ser capaz de tener a alguien como él a su lado. Alguien capaz de tener su perdón después de tanto daño que le había hecho, pese a que ambos sabían a lo que jugaban en las carreteras.

Porque sí, siempre lo supo; el enamoramiento de Lee Taemin. Siempre supo que él sentía tantas cosas por él, por eso intentó no darle alas, en lo que ambos conseguían un poco de lo que podían darse.

Sólo era cerrar los ojos y tocar esas tonadas, podía transportarse a esos días en los que veía sus pequeños ojos chocolate mirándole brillantes, mucho más que el sol de esos tantos atardeceres que vieron juntos mientras compartían una cerveza o cigarrillo.

Suspira al recordar esas tantas oportunidades que tuvo para ser parte de su vida, para conocerlo a fondo, pero las dejó pasar porque se suponía que no debía, que era lo mejor.

Lo lastimaría demás.

Taemin sabía que no sería correspondido, aun así se entregaba. Y Minho era un alfa sediento de ese delicioso olor, de esos bonitos ojos que parecían brillar como un par de soles cada que le miraban y el olor tan embriagante que solía inundar el lugar cuando se ponía nervioso.

No podrían culparle, nadie podría.

Se miraban y sabían que debían detenerse, detener todo aquello, sin embargo terminaban enredados entre las sábanas del coche casa que compartían. Y era tan malditamente bueno. Y sufría por no poder anúdale y hacerle un par de hijos.

Entendía desde lo más básico de su instinto la razón por la que temían todos los alfas, porque los omegas estaban diseñados para arrodillarlos, para someter su voluntad a lo que ellos quisieran. Desatarían guerras con tal de poseer a alguno, estaban destinados a ello.

No importaba qué tan fuertes eran, la voluntad de sus omegas los someterían a lo que fuera.

¿Que los alfa dominaban a los omegas?

Qué idiotez. Soberana idiotez.

Sólo le quedaba tener algo de fe, en lo que se reconstruía y rearmaba, en lo que limpiaba su nombre y seguía llenándose de la vida para poder ofrecerle algo bueno, si es que él todavía seguiría libre.

Irónico, sí, pero agradecía que su sociedad se pasara de estúpida repudiando a los hombres omega, eso le daba la garantía de que podría tener aún oportunidad de poner el mundo a sus pies.

Él sí estaba dispuesto a todo lo que quisiera. Le daría el mundo si se lo pidiera.

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¡Gracias por todo su apoyo! <3

Lamento no haber podido actualizar ayer, pero aquí estamos ;)

¡Pasen una linda noche!

Déjame Amarte - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora