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Presionar el botón de llamar nunca fue tan difícil, menos el tener que hablar e imaginar como si Taemin estuviera justo en frente. Y ahora lo volvería a ver, un par de días después, para un almuerzo.

Él había sonado tan normal, como si no le afectara escuchar su voz, como si no le afectara en lo mínimo que Minho estuviera hablando con él. Cuando en ese largo viaje recordaba que el bonito omega solía sonrojarse sólo cuando se acercaba a hablar, o cuando sólo le hacía compañía en silencio mientras veían pasar la bonita tarde.

—Hola —saluda al omega que llegaba algo tímido.

Sabía que era así, el mundo despreciaba a los hombres que eran omegas, por eso esa timidez, ese querer pasar desapercibido a veces, quizá cuando no tenía muchas fuerzas para afrontarlos.

Él solía ser así, a veces. Pero lo recuerda más fuerte, más combativo, de esos que afrontaban los problemas de cara y no se quedaban en el piso esperando a que alguien fuera a rescatarlos.

Y apenas se daba cuenta de todo lo que le gustaba el chico delgado que le sonríe levemente mientras se sentaba.

Parece que todo lo escondido salía a flote, como si ya no tuviera necesidad de seguir oculto. Como fuera, si terminaba siendo rechazado y destruido, aceptar que se enamoró de él, era más que suficiente. Al fin dejaría de mentirse y vivir escondiéndose.

—¿Qué ha sido de tu vida en este tiempo? —su pregunta le estremece, bueno lo que sea que él haga, sobre todo al hablar con esos bonitos y generosos labios rosas.

—He estado trabajando —se encoje de hombros, como si no hubiera una tormenta en su interior al percibir el aroma tan atrayente del bonito omega—, ya sabes, con los chicos.

Estaba más calmado, o al menos eso aparentaba, y se felicita por ello. No quería volver a llorar como un mocoso sin remedio. Ya era un hombre, debía afrontarlo, y llorar a solas, no cuando él lo viera.

Internamente se ríe de sí mismo, era tan ridículo.

—Sólo que ya no volviste, ¿por qué?

No podía evitar preguntar. Quizá en el fondo quería que él le dijera que decidió alejarse de todo por él, así se sentiría un poquito más importante, y quizá todo dolería menos.

—Tome la decisión de tener una vida un poco más tranquila, necesitaba descansar y ahora enseño música a niños en un instituto, como antes de ir a esa gira con ustedes.

Claro, ¿qué estaba esperando que le dijera, que se moría por él y que no quería volver a verlo?

—Sobre todo quería alejarme de ti.

Su corazón se detiene y le mira a punto de atragantarse con el vino que tomaba. Mierda.

—No es necesario que lo diga, ambos sabemos por qué fue.

Minho se avergüenza, había intentado que lo dijera, sólo para alimentar su ego un poco más y que la caída no fuera demasiado estrepitosa.

Le mira a los ojos y sabe que no puede hacer nada más que sincerarse, contar la razón por la que se había quebrado aquella tarde. Se avergonzaba, pero ya estaba hecho y qué más daba.

—Sé que puede ser incómodo hablar de esto, pero ya debes estar más que enterado; nada salió como debió ser, como se suponía que debía ser.

Taemin asentía mirándole con algo de pena, porque sabía lo que se sentía estar en una situación así. Minho no quería su pena, quería su amor, su ardiente pasión y que lo doblegara al punto de al chasquido de sus dedos él hiciera realidad sus deseos.

Déjame Amarte - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora