29. Doing something sweet.

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—¡Hey! ¡No intentes mirar, bastardo!

—¡No lo hacía! ¡En serio!

El pelirrojo hizo un pequeño puchero al oír el gruñido que le dedicó Bakugou después de su automática respuesta. Era cierto, quizás inconscientemente se había inclinado hacía su lado para ver su dibujo, pero simplemente no podía evitarlo. Y es que, si lo pensaba racionalmente, ni en un millón de años se habría imaginado haciendo eso precisamente con Bakugou, en el día de descanso que ambos compartían.

Una actividad tan dulce y extremadamente empalagosa no tenía sentido, ni siquiera creyó conseguirla con la clásica psicología inversa que usaba a veces para convencer al rubio de hacer muchísimas cosas que eran buenas para él. Sólo un día sucedió, Bakugou Katsuki, el tan conocido héroe Ground Zero, llegó con dos pizarras pequeñas y le lanzó una de lleno a la cara. Claramente Kirishima —Red Riot— la atrapó antes de que le caiga y luego observó al rubio subirse a su cama y sacar un lápiz de su bolsillo.

—¡Vas a dibujar a nuestro maldito hijo en este momento, idiota! ¡Así que empieza!

Sí, Katsushiro era el hijo imaginario que Kirishima mencionó durante una noche en la cual trató de demostrarle a Bakugou que no se encontraba preocupado por lo que les deparara el futuro, eso hace más de cinco años. El rubio pareció bastante complacido con su respuesta mientras ambos madrugaron pensando en lo genial que sería un niño con las habilidades de los dos, incluso pensaron en algunos detalles físicos que les gustaría que tuviera.

La conversación fue olvidada a la mañana siguiente, con Bakugou actuando extremadamente normal y aparentando que nada de esa madrugada sucedió realmente. Kirishima tampoco lo presionó, después de todo, recordar su cursi pensamiento sobre un imposible hijo que se parezca a ellos y tenga los quirks de los dos era algo que ni siquiera la ciencia era capaz de conseguir aún. Y si había algún quirk que pudiera hacer que dos hombres tuvieran un hijo, seguro el rubio lo mataba por siquiera considerar la posibilidad.

Cinco años después... Sucedía eso. Bakugou pasaba el lápiz y borraba nuevamente en repetidas ocasiones, mientras él lo observaba tan concentrado que no podía evitar caer cautivado por la pasión del rubio hacía un dibujo. Al final, el pelirrojo dibujó también al pequeño Katsushiro, usando como base, obviamente, el físico de Bakugou en su totalidad. Kirishima pasó el lápiz una y otra vez y aunque no era buen dibujante, intentó que el pequeño se pareciera lo más posible al rubio, incluidos los cabellos despeinadamente cautivadores y los ojos almendrados tan apasionados.

Sin embargo, al verlo, se preguntó si sería muy egoísta que el pequeño tuviera detalles suyos, quizás no sólo la capacidad de endurecer sus brazos o de generar explosiones con facilidad, sino la forma de sus ojos, esos que Bakugou se quedaba mirando por horas hasta que los besaba y luego maldecía por lo intensos que eran.

Pronto, Kirishima se encontró a sí mismo haciendo de Katsushiro lo que su mismo nombre representaba, una unión de los dos. Conservando en su mayoría el físico de Bakugou, pintó sus cabellos de negro sólo porque imaginó que esos genes eran más fáciles de obtenerse y sonrió al imaginar a Bakugou peinando al pequeño bebé. Quizás su hijo también sería como su padre y despertaría cada mañana con los cabellos intensamente levantados, como si una corriente eléctrica le hubiera pasado por encima.

—Oye, bastardo, ¡¿Ya terminaste?!

—¡Espera, espera! ¡Aún no!

—¡¿Por qué mierda te demoras tanto?!

—¡Es que ni siquiera me diste un tiempo, Katsuki! ¿Cómo voy a saber cómo quiero que sea nuestro hijo? Ni siquiera sé de donde salió esto.

—¡Porque lo soñé, estúpido!

30 things with you. | Kirishima Eijirou x Bakugou KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora