Capítulo 13

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―...cuando me echaron del orfanato...

―Oye, no es necesario que... ―dijo Rolf intentando que Ney no le contara nada que pudiera hacerle sentir incómodo después, o arrepentirse o...―

―No me molesta, tranquilo, se puede hablar contigo, está bien.

El rubio notó un hormigueo en la cara, se había vuelto a poner rojo, pero esta vez parecía diferente, le habían hecho un halago...

...y se había sentido bien. Eso le produjo una placentera sensación de felicidad que no sabía explicar.

Tragó saliva.

―¿Qué ocurrió?

El moreno suspiró, se incorporó y apoyo los brazos en las piernas, mirando al frente, a la perrita jugar.

―Cuando uno cumple los 18 te echan de esos sitios, aunque no tengas nada, "búscate la vida" y esas cosas. Con mi edad no podía trabajar de aprendiz de nada, ni de panadero, ni de chico de los periódicos... ¡yo puedo aprender a hacer lo que sea si me enseñan!, ―se interrumpió enfadado― en fin, lo único que encontré fue un trabajo de mozo de almacén, me dejaban dormir allí y todo y así me sacaba algo más de dinero, por vigilar la mercancía de noche.

En ese punto de la conversación el policía no podía quitarle los ojos de encima al moreno.

―Una noche entraron a robar, por lo visto los ladrones iban borrachos porque menudo escándalo armaron, me despertaron a mi y a medio vecindario, así que cuando vino la policía pues, por mis pintas pensaron que era de ellos, así que esa noche dormí en comisaría.

Neythan suspiro y cerró los ojos, tragó saliva.

―Bueno, dormir es un decir, hacía un frio de mil demonios... ¿por qué se me ocurriría pedir una manta? El policía de guardia en lugar de llevarme una manta entró él mismo...

―¿Te... te pegó?

El moreno rió tristemente.

―Ojalá hubiera sido eso.

Rolf adivinó a qué se refería.

―Cuando salió de mi celda me dijo "ya has entrado en calor, ¿es lo que querías no?".

El policía apretó los labios y los puños.

―Pero yo soy alguien capaz de verle lo bueno a todo, ―volvió a echarse hacia atrás― así que eso me sirvió para darme cuenta de que podría sacarle provecho a mi cuerpo. Y empecé a trabajar en la calle, me fue bastante bien un tiempo mientras iba por libre, pero por lo visto la profesión es muy demandada y como en todos los trabajos hace falta un padrino jeje...

Rolf le oía hablar con esa normalidad y le hervía la sangre, notaba la cara ardiendo y la respitación acelerada. Ney no lo notó y siguió hablando:

―...así que me arrimé a un hombre que ya llevaba a varios muchachos, él me conseguía clientes, no volví a tener problemas, pero... digamos que la vida conoce otras formas de golpearte... así que a los 20 me dijeron que ya no era "válido", que me estaba haciendo mayor... ¡con 20 años! ¿te lo puedes creer? ―dijo más para si mismo que como pregunta.― Yo en ese momento cometí el gran error de quererme más de la cuenta, ¿qué locura, eh? Y le espeté a mi jefe: ¿es que no valgo nada para ti?

Ahí se detuvo, necesitó hacerlo para coger aire.

―Y me soltó una frase que me marcó, me dijo: "¿Valer? Tú solo vales lo que un hombre quiera pagar por ti..." y se acabó. Me fui. Andé, andé y andé... me atravesé media ciudad. Intenté volver a ir por libre, pero no había ni rastro de gente como yo por las calles, era por el local de Monique, así que averigüé donde estaba el sitio y me planté en la puerta, le dije que hasta que no me diera trabajo no me iría, ella me miró de arriba a abajo, me pellizcó los mofletes y me dijo: "pasa, ya te buscaremos algo". Y hasta hoy.

O.T. ConfidentialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora