Capítulo Final

216 21 19
                                    

Cuando salí de mi casa era noche cerrada, sin luna. Me subí el cuello de la gabardina y eché a andar a la parada de taxis.

Había uno parado y el conductor leyendo el periódico apoyado en el capó, al verme se montó en el coche rápidamente, le dí la dirección, unas dos manzanas más atrás del In Black.

Mientras duraba el trayecto repasé mentalmente el plan, muy arriesgado, pero era lo único que teníamos. Arriesgado porque tendría que sacar a Guiulianni del local a punta de pistola y hacer que él me apuntara a mi con la pistola de Mía, en ese momento aparecería Shepperd y lo detendría.

Luego el análisis de huellas, balística y la primera plana en el periódico.

Lo malo de los planes arriesgados es precisamente eso, el riesgo; riesgo de que determinadas variables hagan que se vaya al traste.

Y como se suele decir, si algo puede salir mal, saldrá mal.

Como comprobé al oir al taxista, sacándome de mis ensoñaciones:

―Disculpe, señor, ¡señor!

Reacioné y me incorporé:

―Si, dígame.

―Han avisado de centralita de que se ha declarado un incendio hará cosa de un par de minutos, cerca de donde quería usted que le dejara, no puedo adentrarme más y...

―...¿donde? ―pregunté temeroso de la respuesta y tragando saliva―

―El club ese tan conocido, el In...

―¡Quédese con el cambio!

Arrojé el dinero al asiento del copiloto y salí del vehículo, corriendo lo más que me daban mis piernas.

[...]

A lo lejos, por encima de los edificios se veía la estela de humo y un resplandor rojo, señal de que el fuego era bastante alto.

El miedo que tenía es que hoy era sábado, día de más afluencia, pero la gente, la verdad, me importaba una soberana mierda.

Yo por quien temía era por Mía, que hoy trabajaba.

Cuando llegué al sitio los bomberos aún no habían llegado, sí la policía, que había acordonado la zona, reconocí a mi hermanastro, a Neal, y crucé el cordón policial ignorando las advertencias armadas de un policía joven:

―¡Neal, Neal! ―él se dió la vuelta sofocado cuando me oyó―

―¡Alfred, que haces aquí?! ¡No puedes atravesar el perímetro, es peligroso!

―¿Y Shepperd? ―le pregunté, aún jadeando por la carrera que acababa de darme e ignorando sus palabras por completo―

―¿Shepperd? Pues, viene para acá, está al llegar.

―¿Ha salido todo el mundo? ―le pregunté poniéndole las manos sobre los hombros.

Mi hemano respiraba agitado también, no me contestaba.

―¡Neal!

―El fuego se extendió muy rápido a causa del alcohol y...

Le solté, empecé a buscar a mi alrededor, clientes, algunos sentados sobre las aceras, otros quitándose manchas de hollín de la cara, los dos guardaespaldas, Tina, Annie... ni rastro de Mia, ni de Guiulianni. Me temí lo peor.

Oía la sirena de los bomberos acercarse, las primeras ambulancias llegaban detrás.

Me acerqué a las chicas, a ver si sabían algo de Mía, cuando me vieron llegar las dos se levantaron de la acera, mirándome preocupadas, mala señal.

O.T. ConfidentialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora