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Las paginas de un libro algo viejo estaban dañadas, pero dentro de aquel libro Anahi pudo leer una pequeña carta.

<< La lluvia empapaba la ciudad temprano en la mañana cuando recibí tu mensaje, el viernes tan frío que podría congelar a cualquiera que no tuviera un mínimo de abrigo.

El mensaje decía algo así "Puedes venirme a buscar? Estoy en la terminal de autobuses.", sin dudarlo te respondí diciéndote que si, que me esperaras, mientras las gotas de lluvia caían más rápido a la vez que me vestía como si fuera ir a la escuela, tome mis cuadernos y con el mejor animo me moví lo más rápido que pude hacia la primer parada para detener un ómnibus e ir por ti.

Cuando por fin pude tomar uno, iba pensando en porque me escribirías en ese momento, que te estaría pasando, si estabas bien o mal. Mi preocupación aumento cuando al estar tan cerca de mi destino volviste a escribir, "No vengas, esta lloviendo mucho, no quiero que te enfermes por venirme a buscar.", fue cuando recordé nuestra primera charla en forma de flashback, "Hay gente que hace el bien por los demás y nunca buscan el bien propio, esas personas son las más solitarias y por eso creo que necesitan ser salvadas, salvadas de la soledad.", fue entonces que te respondí muy entusiasta, "Lo siento, pero no, iré a buscarte y estaré contigo aunque deba faltar, sin peros, estoy a punto de bajarme."

Llegue, baje del autobús y logre verte, estabas totalmente empapada, desde tus pies hasta tu cabello, mochila y todo lo que te acompañaba, no entendí porque no querías que fuera, quizá no querías que te viera así, pero no creí que pensaras que fuera grabe, sin dudarlo te abrase sin importar lo cuan mojada estabas por la tormenta, te apreté a mi y pude sentir tus manos heladas y al separarme de ti pude ver tu simpleza para un día muy frío, tome tu mochila y te di mi abrigo, nos movimos lentamente hacia un lugar más cerrado y con asientos, colocamos las mochilas a un lado y nos sentamos mirándonos.

-- Estas helada.

-- ¿Y qué? Ya pasara, gracias por tu abrigo.

Mire a tus manos y con un poco de inseguridad las tome y entrelace tus dedos con los míos para poder darte calor. -- Perdón, pero es que tienes las manos heladas. --Te dije mientras las sostenía.

-- No pasa nada. --Decías mientras temblabas levemente por el frío.

Nos pusimos a hablar de muchas cosas, la pasamos genial, e incluso una vez mejor, nos fuimos de allí al lugar donde estudiabas, nos acomodamos en la biblioteca y tu sacaste tus materiales de dibujo y proseguiste a terminar uno de ellos para una carpeta. Ambos en silencio absoluto, sin decir nada, solo el sonido del lápiz pasando de un lado a otro del papel, tu concentración era magnifica, mucho más de lo que yo pude haber logrado en mi vida.

El día estaba a punto de acabarse, terminaste aquel dibujo y luego nos fuimos de allí para volver a donde estábamos, fue allí cuando en el momento de que te subieras en aquel autobús quería decirte, "No te vayas.", pude por un momento pedirte algo, pero al verte sonreír era suficiente, después de todo, siempre me gusta ver a los que quiero sonreír, por eso y más eres una gran amiga.

Atte: Stan Elfeings.

Destinatario: Erika Aldana.>>

La chica cierra el viejo libro con cuidado y piensa para si, "Lo recuerdo bien, Stan.. ¿Donde estarás ahora?"

Mis pequeños relatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora