Confusión

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Qué cruel eres.
Mirándome a los ojos incluso después de lo que hice. Caminando a mi alrededor, acercándote lentamente para luego volverte a alejar, provocándome.

¿Qué debería hacer? ¿Con qué cara voy a mirarte?

Al ver aquellos ojos dirigiendo su mirada hacia mí, no puedo evitar bajar la cabeza.

No merezco tus miradas.

No merezco tu compasión.

No merezco tu compañía.

Estoy en el fondo de un abismo, todo está oscuro hasta que levanto la cabeza y te veo a tí, al borde del profundo agujero en el que he caído.

Estás ahí, observándome. Supongo que disfrutas al verme sufrir, ¿verdad?
O al menos, eso pensaba.

¿Por qué no hay rencor en tus ojos? ¿Por qué no hay odio en tus ojos?
Entonces, ¿por qué me miras?

Aquellos ojos azules me ven en la distancia, sin apartar la mirada ni un instante. Están llenos de melancolía y... ¿confusión?

No lo entiendo.
¿Por qué sigues dándome esa mirada de curiosidad, como cuando nos conocimos?

Para de mirarme, solo vete. Vete ya.
Déjame sufrir en paz, por favor, vete.
Vete.
Vete.
Pero no, por mucho que lo pensara o gritara, no te irás, ¿verdad?

No sé que debo hacer. Quiero volver a acariciarte. Quiero volver a tomarte en mis brazos y oírte ronronear mientras te expresaba mi amor.

Quiero volver a oír tus dulces maullidos llamando mi nombre en la distancia, y que esos ojos no tengan más dolor ni tristeza en ellos, solo amor.

Perdóname...

Como un gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora