Start of Time - Gabrielle Aplin

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DÍA 275.

2 días desde aquel "incidente".

Después de aquel encuentro de miradas Lissa me había gritado, de una forma un tanto inapropiada (y cito textualmente: "DEJA DE ECHARTE MIRADITAS CON EL CHICO ESE Y VÁMONOS QUE TENGO UNA CITA EN 1 HORA"), que debíamos marcharnos. Yo, avergonzada y un tanto sonrojada, le di una sonrisa a aquel muchacho de ojos color café y corrí hacia donde estaban mis amigas para recoger mis cosas; después de eso, nos fuimos a casa de la ya mencionada Lissa.

Hoy volvería a ir a la cala; mi estómago lucía nervioso como nunca lo había estado y yo solo quería dejar de sentir esas estúpidas cosquillas en mi estómago causadas por ¿nada? (bueno, sí, todos sabemos por quién estaban causadas, pero, es un hecho un tanto estúpido y que nunca reconocería).

15:45

(Estúpidamente) nerviosa y un tanto alborotada comienzo a vestirme.

Primero: los pantalones.

Segundo: el bañador.

Y aquí es cuando mis (idiotas) cosquillas estomacales empiezan a causar estragos en mi sistema nervioso.

Segundo intento.

Primero: el bañador.

Segundo: los pantalones.

Tercero: la camiseta.

Cuarto: las sandalias y el sombrero.

Un poco más calmada y con todas mis prendas de ropa colocadas en los lugares apropiadas, cojo mis cosas y emprendo el camino hasta la cala. Son poco más de las 16:20 cuando llego y no noto nada sospechoso, ni siento ningún par de ojos cafés observándome. Instintivamente suspiro aliviada y un tanto decepcionada (y me pego mentalmente por esto último).

Con más fuerzas de las que debería, me desvisto, tiro mis cosas en la arena y corro hasta el mar. El agua consigue relajarme y consigo olvidarme de todo por unos instantes hasta que noto como el sol deja de brillar en el cielo azul y es tapado por una nube de algodón (o de vapor de agua; a vuestra imaginación).

Frunzo el ceño y me cruzo de brazos: ¡yo quería sol!

Unos minutos después, el sol consigue escaparse de la pesada nube y sale a brillar con más fuerza que antes, consiguiendo sacarme una sonrisa.

Una melodiosa risa se escucha y yo giro mi cabeza hacia todos los lados hasta que consigo encontrar al dueño de tan bonita risa: unos ojos cafés me observan divertidos desde lo alto de unas rocas.

Lo miro y por unos segundos creo haber encontrado al amor de mi vida: sus rasgos son asiáticos y su nariz es grande; es de piel morena y tiene el pelo de color negro; tiene las piernas largas y musculadas y en los brazos tiene varios tatuajes que (desde un punto de vista no objetivo) le quedan muy bien; tiene los dientes perfectamente alineados y su sonrisa es una de las más bonitas que he visto jamás; y sus (ya requetemencionados) ojos café resaltan entre todas las cosas anteriores.

Después de haberlo estado mirando como una completa imbécil, me limito a soltar una risa y a regalarle una sonrisa.

Camino hasta la toalla para poder tumbarme al sol y es cuando me doy cuenta de que hay una toalla colocada al lado de la mía; sonrío al saber de quien es.

Me tumbo en la toalla y me quedo dormida.

17:00

Me despierto al notar a alguien moverse a mi lado.

Miro hacia la izquierda y me encuentro al chico de ojos café mirando hacia el mar.

Me incorporo y me siento como una india en la toalla.

Con mucho valor y después de haber estado 10 minutos meditándolo, digo:

-Mi nombre es Isabelle, y en verdad no sé por qué me estoy presentado, pero creo que es necesario aunque solo hayamos intercambiado miradas y nos hayamos visto dos veces. -y le extiendo la mano.

-Se ríe, me mira y me coge la mano. -Soy... Thomas. Encantado de conocerte, Isabelle. -me sonríe.

-le sonrío ampliamente. -Uhmmmmmm, no quiero que esto te parezca raro, pero, ¿por qué me estabas mirando antes cuándo estaba en el agua? Quiero decir, no es que me parezcas un acosador, pero... no sé, -me rasco la nuca y mis mejillas se ponen coloradas- solo contesta.

-Me gusta mirar las cosas bonitas de la vida. -dice mirándome a los ojos.

Y mi corazón hizo ¡pum! y se paró y juré morir.

Y yo como una idiota solo conseguí sonreírle; y ¡mierda!, eso había conseguido dejarme sin habla.

Después de unos minutos en silencio, pensando qué decir, hablé:

-Me suenas de algo; no consigo recordar el qué, pero, juro que te conozco. -le dije.

-Todos dicen conocerme, pero, ninguno lo hace de verdad. Espero que tú, Isabelle, llegues a hacerlo en serio. -contestó misterioso.

-Sería un placer, llegar a conocerte de verdad, señor Thomas. -dije sonriente por su preposición e hice una reverencia.

You kill me (in a good way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora