3 Historias

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El hombre que se entromete en mis sueños

Todas las personas tenemos miedo, eso forma parte de nuestra naturaleza. Algunos le temen a la oscuridad, otros a las alturas, incluso hay sujetos que le temen al amor o al futuro, pero lo cumbre de todo es que estos miedos pueden acabarse cuando se enfrentan, sin embargo, lo mio es algo más complicado y severo, no es como si pudiera despertar un día y dejar de sentir pánico, porque para despertar tengo que dormir y precisamente ese es mi temor.

Todo comenzó hace unos meses, no le daba importancia a cosas insignificantes como los sueños, pero llegó un punto en el que simplemente ya no podía más, no quería que llegara la noche porque estaba seguro de que me volvería loco. La primera vez que ese sujeto se presentó en mi cabeza yo estaba soñando que viajaba por todo New York con mi familia, pero me sentía perseguido, atacado de alguna extraña manera. Los primeros días lo tomé como una simple coincidencia, pero luego todo fue empeorando.

Cada vez que cerraba los ojos, veía a un hombre extraño de tez blanca, cabello corto, cejas muy pobladas y mirada penetrante. Nunca había visto a ese sujeto en mi vida, pero en mis sueños él era el protagonista de muchas desgracias. Durante el quinto mes de sueños, las crisis nocturnas se multiplicaron y mi madre tuvo que intervenir, me quería enviar a terapia.

– ¡Son solo sueños, Daniel! No puedes tener miedo todas las noches cuando vas a dormir. –

Ese era el mantra que repetía cada vez que despertaba, pero nunca funcionaba. Ya no era el chico alegre de la secundaria, ahora era otro. Estaba demasiado pálido, con grandes ojeras y había perdido mucho peso, solo dormía 20 minutos al día y una vez que lograba conciliar el sueño, no podía despertarme, era una parálisis general que me aturdía y perturbaba de tal manera que cuando lograba despertar, gritaba y lloraba como un niño pequeño.

Las discusiones en mi familia por mis episodios nocturnos incrementaron y el terapeuta simplemente no era de mucha ayuda. Las sesiones eran cada vez más largas y como último recurso se decidió que me remitieran con un psiquiatra que pudiera realizarme alguna sesión hipnótica y dar con el verdadero problema, el origen de mis miedos.

Un día antes de la primera sesión, ni siquiera pude darme cuenta cuándo me quedé dormido y por un momento llegué a pensar que este sería el primer sueño normal en meses. Caminaba solo por la ciudad, era un día soleado y hermoso y yo me veía como antes, sin ojeras, feliz. Decidí ir a una tienda de comida rápida porque mi estómago rugía como si se tratara de una criatura salvaje, el empleado me atendió con normalidad, pero cuando se giró para tomar mi tarjeta y cargar la cuenta, el terror invadió mi cara, era el sujeto y me miraba con ojos distorsionados, su sonrisa era tétrica y sus brazos fueron directo a mi cuello, apretando con mucha fuerza e impidiendo que respirara con normalidad.

No sé cómo pude safarme de su agarre, pero en cuanto logré hacerlo, corría y corría sin parar pero la velocidad disminuyó, todo era como en cámara lenta, pensé en pedir ayuda pero cada persona con la que tropezaba portaba su cara, era el sujeto. Sentí como si me jalaran desde atrás y no pudiera seguir corriendo, entonces el hombre apareció nuevamente, esta vez con una pistola y disparó. Todo se volvió negro por un momento y cuando todo había acabado, abrí mis ojos.

Estaba empapado de sudor y lágrimas con mi madre abrazándome fuertemente. Esto era suficiente, tenía que parar. Esperamos a que saliera el sol para ir con el psiquiatra y al llegar, me sorprendí por la cantidad de personas con igual o peor aspecto que yo esperando en aquella sala.

– Nombre por favor. – Dijo la recepcionista al verme llegar.

-Daniel Armando Romero. – Contestó mi madre. -18 años, crisis noc... –

¡NO LEAS ESTO DE NOCHE!(No apto para sensibles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora