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Bilbo Bolsón

Han pasado diez años desde que me fui de casa y ha sido difícil estar lejos de los que amo, en especial si hablo de mi hermano y de mi mejor amiga

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Han pasado diez años desde que me fui de casa y ha sido difícil estar lejos de los que amo, en especial si hablo de mi hermano y de mi mejor amiga. Pero esa fue la decisión que tomé y no me echaré para atrás porque eso sería darle la razón a mi padre.

Un año completo fui una nómada que vivía en distintos pueblos en un mismo mes hasta que caí en la casa de la enana Dis, hermana del famoso Thorin Escudo de Roble. Aquello fue la mayor bendición de mi vida porque esa familia me recibió como un miembro más; ya no necesité irme a buscar otro lugar en donde dormir en las frías noches de soledad.

La brisa vespertina agita la vegetación haciendo que un cosquilleo recorra mis brazos cuando el pasto choca con mi piel. Suspiro y huelo el perfume de aquella maravillosa tierra que me ha dejado llamarla hogar.

— ¿Puedo sentarme?

Thorin ha llegado a mi lado. Está algo delgado y cansado, lo puedo ver en las ojeras que delinean sus ojos rojizos y la forma en cómo se mantiene de pie, como si en cualquier momento fuera a caerse. Le asiento de inmediato a su petición y, acomodándose los pantalones de trabajo de jardín, este se sienta tan cerca que su brazo queda pegado al mío. A pesar de ello, no se aleja.

Hay un silencio entre nosotros; tan solo puedo escuchar nuestras respiraciones, el viento haciendo remolinos en la hierba y uno que otro canto de algún ave que se encuentra entre los árboles. Eso me permite inspeccionarlo ya que mantiene su vista fija hacia el infinito, allá donde se ven una enormes montañas cubiertas de un intenso verde gracias a la magia de la primavera. El cabello oscuro, largo y rizado, lo trae agarrado en una despeinada coleta que le permite trabajar mejor (en especial porque a Thorin parece gustarle la jardinería y la construcción; a menos que sean unas actividades que mantienen ocupada su mente); su barba, del mismo color, lo hace ver maduro y apuesto, eso es seguro; la nariz es afilada y larga (que en mi visión es hermosa para ser la de un enano); los cansados ojos son de un intenso color azul, con largas pestañas y enmarcados por unas espesas cejas oscuras; los labios finos, delgados, están algo pálidos, pero los mantiene en una sonrisa suave, un poco imperceptible pero ahí está.

Pongo mucho esfuerzo para alejar mi vista de él y dirigirla hacia el frente.

— Me gusta este lugar aunque la añoranza no me hace disfrutarlo como se lo merece— murmura Thorin

— La nostalgia puede ser una amiga pero no la mejor— Thorin suspira—. Lo que quiero decir es que es bueno tenerla porque nos hace recordar pero tampoco debemos hacerla parte de nuestra vida y menos dejando que nos afecte.

— Para ti es fácil decirlo porque no te arrebataron tu hogar.

— Thorin, por si no los ha notado, yo no pertenezco aquí— le digo en tanto me señalo, que recuerde que soy un elfo y no un enano.

The Hobbit: el enano y la elfoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora