12. Mundo de cabeza.

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Axl asintió no del todo complacido, y un tanto decepcionado por la actitud de Kurt y la negación de este. Lo que más deseaba el pelirrojo era probar los apetecibles labios del chico y hacerlo suyo. Estaba seguro de que el chico sentía los mismos deseos que él, sólo que se negaba a aceptarlo por el simple hecho de que el corazón de Axl pertenecía a otra mujer.

El pelirrojo se apartó de Kurt, y con una triste sonrisa en su rostro se concentró en mostrarle lo que restaba del bar:

—Te enseñaré dónde puedes cambiarte.—comentó desanimado llevando sus ojos verdes a Kurt, quién asintió para seguir tras sus pasos.

Ambos salieron de la parte trasera del bar, dónde se encontraban los cuartos en los cuáles las chicas hacían su trabajo, para después recorrer un pasillo e ir a la zona de los vestidores, que solamente consistía en una habitación con varios casilleros en dónde los empleados guardaban sus pertenencias. En el lado izquierdo había una puerta que llevaba al baño y justo al lado un pequeño refrigerador con bebidas sin alcohol.

Las reglas de Paradise City eran simples: nada de drogas, nada de alcohol y nada de follar con las chicas, pero estas reglas solamente eran para los empleados, pues Axl y Slash hacian caso omiso a todas las reglas que pudieran inventar. Pero hasta el día de hoy nadie había desobedecido esas reglas, pues todos en el bar sabían que ambos dueños podían borrarlos de la escena con un simple chasquido de dedos si arruinaban su negocio.

—¿Cuál es mi casillero?—preguntó Kurt con timidez, llamando la atención del pelirrojo.

—Él que tú quieras en tanto no posea el nombre de nadie.—contestó Axl intentando sonar lo más amable posible, pero en su voz se notaba la incomodidad que sentía en este momento.

Ambos estuvieron a tan sólo centímetros de unir sus labios en un beso, pero las cosas parecían no resultar una y otra vez entre los dos, y ahora debían verse a la cara sabiendo que estaban dispuestos a todo, pero negados a dar el primer paso para que sus deseos más candentes se cumplan.

Le resultaba extraño a Axl saber que estuvo a punto de hacer suyo al rubio, saber que un simple beso los hubiera llevado más lejos, pero finalmente nada había sucedido entre ellos. Y ahora lo tenía allí frente a él observando con curiosidad cada rincón del cuarto con sus bellos ojos azules, mientras Axl se encontraba apoyado en el marco de la puerta mirando cada uno de sus movimientos e imaginando ese pequeño cuerpo debajo suyo gimiendo y rogando por más.

—¿Puede dejar de mirarme?—soltó Kurt con una notable molestia en su voz, sacando al ojiverde de sus pensamientos.—Es un poco extraño que lo haga.

—Lo lamento.—rió con nerviosismo.—Es que estaba pensando en algo.

—¿Qué cosa?—preguntó el rubio intrigado.

<<Anda, dile que te lo quieres follar de una maldita vez o miente como lo haces con todos, cobarde.>> pensó el pelirrojo para sí mismo, un tanto avergonzado por su actitud.

—Nada, era una estupidez.—respondió finalmente con una triste sonrisa en su rostro.

Kurt asintió no del todo complacido, para después volver a revisar el nombre de los casilleros y escoger uno para él.

Y parecía que Axl hoy estaba más idiota de lo normal, aunque él sabía que era todo debido a lo sucedido con el rubio minutos atrás. ¿Pero por qué deseaba tanto al rubio cuando tenía una novia hermosa dispuesta a hacer lo que sea en la cama con él? El pelirrojo no lo comprendía, pero si estaba seguro de que tendría a Kurt comiendo de la palma de su mano y lo lograría tarde o temprano.

Unas voces provenientes del pasillo llamaron la atención de ambos hombres, quiénes se habían quedado sumidos en sus propios pensamientos sin prestar atención a lo rápido que se había pasado el tiempo. Estaban a tan sólo una hora de abrir el bar y aún seguían perdiendo el tiempo, rondando entre los pensamientos más profundos de sus mentes.

Sebastian y Erin, ambos pelirrojos pero con rasgos completamente diferentes, entraron en el cuarto con grandes sonrisas en su rostro al encontrarse con el rubio, quién a partir de hoy era un miembro más del bar.

—¡Parece que tenemos un nuevo compañero!—soltó Erin alegre caminando hacia el rubio para estrechar su mano, ignorando la presencia del jefe en el cuarto.—Es un gusto conocerte, soy Erin, pero creo que ya te lo han dicho.

—Si, me lo han dicho.—el rubio rió, mientras Axl rodó sus ojos un tanto fastidiado por la escena que se encontraba ante él.—Yo soy Kurt.

El pelirrojo alto se acercó al rubio para estrechar su mano también, pero con una expresión más seria que la chica:

—Mi nombre es Sebastian, es un placer.

—Igualmente.—Kurt volvió a sonreír con amabilidad, feliz de conocer a sus compañeros.

Pero Axl deseaba que los recién llegados desaparezcan y lo dejaran solo nuevamente con el rubio, pues no tenía la energía suficiente para lidiar con estos tres ahora mismo, y mucho menos con Erin.

Los dos tuvieron una relación fugaz pero llena de pasión, así como también llena de sufrimiento por todas las mentiras que ambos guardaban en su interior, pero Erin fue quién finalmente dió un paso adelante para terminar con todo antes de que ambos terminen hechos trizas. A pesar del dolor que Erin soportó, como encontrarse a su novio con un amante diferente cada noche o ser abandonada por este para irse con otra mujer, ella guardó el secreto de Axl que este tanto temía que sea revelado.

Aunque el pelirrojo apreciaba el gesto, no soportaba la idea de ver a Erin a la cara sabiendo todo el sufrimiento que le había hecho pasar, se sentía una completa mierda por ello y a veces sentía la necesidad de disculparse, pero su ego era demasiado grande como para volver de rodillas a pedir disculpas, y ahora sólo quería concentrarse en su relación con Stephanie y que nada vuelva a resultar mal. Pero allí estaba Kurt Cobain, para poner de cabeza el mundo de Axl.

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PASEN POR MI PERFIL DÓNDE TENGO UNA HISTORIA NUEVA LLAMADA HIJO DEL MAL SEEEE💘

L.A Man «KurtAxl»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora