8. Amanecer.

1K 140 22
                                    

Axl condujo en su auto hasta el departamento dónde vivía, y cada tanto miraba de reojo a Kurt quién había permanecido todo el camino en silencio desde la visita a aquella zona apartada de la ciudad. Y sabía que había sido algo cruel con él por llevarlo a ese lugar tan oscuro y espantoso, pero gracias a ello el rubio aceptó la realidad y finalmente decidió quedarse junto a él. El plan de Axl funcionó a la perfección.

Cuando llegó al edificio, aparcó su auto frente a este y desabrochó su cinturón de seguridad para después tomar la maleta de Kurt.

—Déjelo, yo puedo hacerlo...—dijo el rubio intentando tomar sus cosas pero Axl lo detuvo.

—No soy un maldito inválido, déjame ayudarte.—contestó a la vez que abrió la puerta del auto y el rubio volvió a guardar silencio, temiendo molestar a Axl.

Kurt bajó del auto, tomó su guitarra y la colgó sobre su hombro para comenzar a caminar detrás del pelirrojo, quién ya se encontraba abriendo la puerta del edificio.

Sin pronunciar palabra alguna se dirigieron al ascensor y el ojiverde apretó el botón número doce para dirigirse a su piso.

—Tal vez esté un poco desordenado porque no tuve tiempo de limpiar hoy.—soltó Axl observando al rubio con una sonrisa divertida en su rostro.—Pero te aseguro de que la vista te encantará.

Kurt sólo le dedicó una pequeña sonrisa por simple compromiso y siguió todo el camino en el ascensor en silencio, sólo oyendo la respiración de ambos y el tintineo de las llaves de Axl cuando este jugaba con ellas, hasta que por fin llegaron al piso correspondiente y las compuertas del ascensor se abrieron para dejar ver un pasillo de paredes blancas con pisos de madera. Había una puerta de cada lado con un número en ellas, y Axl se dirigió a la veintitrés. Colocó la llave en la cerradura y abrió para después hacerse a un lado dejando pasar al rubio primero.

El departamento de Axl era uno de los más caros y lujosos de la ciudad, pero eso no le importaba en lo más mínimo pues contaba del dinero suficiente para pagar el alto alquiler de este.

Kurt observó rápidamente la sala principal, intentando no parecer un maldito campesino que ve por primera vez los lujos de la ciudad, y no podía dejar de maravillarse al ver el departamento de Axl y sentir algo de envidia por todo lo que ese pelirrojo había obtenido gracias a  negocio ilegal que manejaba.

Las paredes eran de color gris oscuro (si, como el de la oficina que había en el bar y que Axl diseñó), y los pisos de madera estaban tan relucientes que casi podías ver tu reflejo en ellos. Contra la pared del fondo había un sofá tapizado con cuero de color negro y frente a este una mesa ratona cargada con varias botellas de licores y un par de vasos. En la pared de enfrente se encontraba un televisor último modelo sobre una pequeña mesa color negra. Pero lo que más le agradaba de todo al rubio era la terraza que había a un costado de la sala.

—Esa es mi parte favorita de todo esto, ven...—el pelirrojo dejó la maleta de Kurt sobre el sofá y tomó la mano de este para llevarlo a la terraza.

Ambos se pararon allí contra el barandal mientras observaban cómo el sol estaba asomando en la ciudad de Los Ángeles, dejando maravillado a Kurt por la increíble vista de la ciudad en esta cálida mañana y los edificios siendo alumbrados por los rayos de luz que el sol desprendía.

—Ahora entiendo por qué le gusta tanto esto.—murmuró el rubio sacando sus ojos de la hermosa ciudad y observando a Axl, quién le parecía aún más precioso que el mismo amanecer.

—Siempre que salgo del bar a estas horas manejo lo más rápido posible para llegar y ver esto.—soltó Axl maravillado como si esta fuera la primera vez que sus verdes ojos observaran un amanecer con tanta claridad.—Me relaja quedarme aquí y fumar un cigarro mientras disfruto la vista.

Y dicho eso el pelirrojo sacó de su bolsillo una caja de cigarros para llevar uno a sus labios y encenderlo, luego estiró su brazo hacia Kurt para ofrecerle uno y este aceptó.

—Gracias.—susurró.

—No hay de qué.

El sol estaba presente casi en su totalidad, mientras Kurt y Axl aún seguían allí fumando en silencio disfrutando de la ciudad de Los Ángeles y la vista que el balcón del pelirrojo les ofrecía.

Pero Axl rompió el silencio para preguntarle algo al rubio de la manera más amable que podía, intentando no volver a arruinar las cosas entre ellos.

—¿Al final aceptas trabajar para mí?—miró a Kurt intrigado por su respuesta, y este dudó unos segundos mientras debatía consigo mismo si era buena idea ser parte de ese negocio.

—No lo sé...—murmuró.—¿Y si las cosas no resultan? Mire si...

—¿Si nos descubren y terminamos en la cárcel?—volvió a preguntar Axl obvio, como si ya hubiera oído eso mil veces antes de conocer a este chico.—Estoy seguro de que eso no pasará.

—¿Cómo lo sabe?—Kurt aún no confiaba del todo en su palabra.

—Porque este negocio sigue a flote a pesar de todos los errores que hemos cometido a lo largo de dos años, y sé que nada ni nadie lo hará caer.—aseguró sin mirar al rubio a sus ojos.—El único que podría acabar con todo esto soy yo.

¿Acaso Axl era el único allí que tenía el poder suficiente para acabar con todo si así lo quisiera? Tal vez el carácter y la determinación del pelirrojo era lo único que le aseguraba al negocio no caer en la ruina, porque Slash no se veía como el más responsable a la hora de estar al mando, todo siempre parecía recaer en las manos de Axl para salvarlo.

—¿Y qué hay de su amigo?—preguntó Kurt con curiosidad.—¿Acaso él no tiene importancia?

—Lo único que ha hecho Slash por el negocio fue conseguir a las chicas... Y follarse a Meegan.—contestó el pelirrojo soltando un suspiro.—Yo he sido quién sacó adelante todo, y sin mí todo se derrumba, porque mi amigo no tiene idea sobre cómo dirigir un negocio realmente. Es probable que si yo me voy a la mierda el bar termina clausurado y Slash en la cárcel.

—Entiendo.—Kurt asintió.

Aún no sabía si era la decisión correcta unirse a ese lugar, trabajar para alguien como Axl, pero por alguna razón creía que todo iba a resultar bien mientras permaneciera bajo el ala del pelirrojo.

—Creo que es buena idea trabajar para usted.—murmuró.

—Claro que es buena idea.—afirmó  Axl sonriente.—Necesito que alguien me haga compañía allí mientras el idiota de Slash va detrás del culo de Meegan.

—¿Pero está seguro de que no...?

—Ya te he dicho que no terminaremos en la cárcel.—repitió.—Tú sólo mantente cerca mío y te prometo que todo saldrá bien.

Kurt asintió, y los dos volvieron a fumar en silencio, hasta que el rubio largó un bostezo y Axl recordó que este no había dormido nada desde que llegó aquí.

—Debes descansar un poco.—dijo observándolo, para después arrojar la colilla de su cigarro por el balcón.—Ven conmigo.

voten y comenten si les gustó

L.A Man «KurtAxl»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora