Capítulo 3: "Eres Sunshine y punto"

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A la mañana siguiente me despierto con el ruido de unos pájaros cantores, el sol recién empieza a asomarse y por consiguiente mi día comienza. Miro la hora en el artículo electrónico al lado de mi cama, este me indica que son las seis en punto.

Suelto un bostezo y me levanto, dejando caer las sabanas en mis piernas. Genial, hoy tengo clases y no tengo ganas de ir. Preferiría quedarme acostada aquí, con la luz apagada y el silencio acompañándome. Recuerdo haber llegado a casa a eso de las once de la noche, claro, primero tomamos un taxi, fuimos a dejar a Perrie en su casa y luego nosotros volvimos a la nuestra.

Mamá no ha llegado y no creo que lo haga por un buen par de días, seguramente tiene una nueva conquista y está ofreciéndole las mejores noches, ella ya es mayor para saber cuáles son sus acciones pero aún me duele, no quiero verla malgastando su vida de hombre en hombre.

Me meto al baño y me trato de alistar, un baño caliente, jabón de rosas y un shampoo de miel son mis compañeros esta mañana. Al salir me coloco crema humectante, no quiero tener la piel reseca. Escojo la ropa que llevare el día de hoy, un vestido azul zafiro me cae como anillo al dedo, no es escotado pero es lo suficientemente corto como para llamar la atención. Unos tacones altos y un par de pulseras son el complemento perfecto. Me maquillo, tengo unos ojos enormes, más de lo que mi rostro pediría pero no me quejo porque la mayoría los adora. O eso me han dicho. Me coloco mascara de pestaña, delineador negro en la parte superior y un lápiz labial rojo.

El cabello lo mantengo suelto, con un pequeño recogido en la parte de atrás. Tomo los libros que tocan y los coloco en mi bolso, me cuelgo este en el hombro y bajo las escaleras para encontrarme a un Zayn recién levantado, esperándome con un plato de lo que supongo es cereal con yogurt. Tomo asiento en la encimera de la cocina y el viene inmediatamente a mi ofreciéndome la mezcla.

—Gracias —le digo, tomo la cuchara y me llevo un poco a la boca.

—De nada, y dime ¿A quién sales a matar?

—¿De qué hablas?

—Pues mírate, luces impactante —dice, levanta las manos al cielo-techo, como dando una plegaria.

—¿Se supone que debo agradecer? —pregunto, entrecerrando los ojos.

—Sí, pero no me cambies el tema.

Yo suspiro, siempre he lucido así, no se porque se alarma tanto.

—A nadie Zayn, siempre luzco así.

—Hmmm. Bien, dejémoslo a la duda —contesta, tiene un dejo de "No creo nada de lo que dices".

—Okay, ¿Y tú por qué no te has alistado, acaso no tienes clases?

—Claro que tengo clase pero comienza a las once así que tengo tiempo suficiente para alistarme con calma.

—Eres un vago —le digo, riendo. —Perrie no va a querer un hombre así —agrego, me llevo otra bocanada de cereal y miro mi reloj, son las siete y media. Tengo que apurarme.

—Ella sabe perfectamente como soy, me conoció así y de esa manera me ama —contesta, seguro del amor infinito de la rubia. 

—Bien, ya me voy. Tengo que llegar temprano.

—Pero llévate una casaca. No me gusta que vean a mi hermana así —dice, me ve de la cabeza a los pies y niega.

—Buen intento, Zayn —le sonrió, para luego salir por la puerta con mi bolso colgado en un hombro.

Enciendo mi IPod y me coloco los auriculares en los oídos, escojo una canción y la reproduzco tratando de que me lleve a un lugar lejano. Ignoro los silbidos que recibo de los taxistas que pasan por mi lado, son unos viejos asquerosos y degenerados.

STORM |H.S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora