Capítulo 12: Premonición.

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Literalmente, el parque luce muy bonito, como si una capa de destellos hubiera cubierto el lugar; y lo digo por las lucecitas en los árboles y pienso, es ridículo, aún no es navidad para adornar de esta manera un campo pero tampoco podría culparlos, hicieron un gran trabajo.

—¿Estás molesto conmigo? —pregunto nuevamente, es que Harry no me ha hablado hasta ahorita y pienso que tal vez sí está enojado y solo trata de aparentar de que no es así.

—Ya te dije que no.

—Entonces ¿Por qué estás muy cortante? —inquiero.

—No lo estoy, solo no tengo un tema de conversación —responde, nuevamente cortante. Si creía que entendía a los hombres, me equivoqué.

—Es enserio, lamento lo de hace rato.

—No te tienes que disculpar, Sunshine —me dice. Toma asiento en una banqueta que está al lado de un árbol que también tiene esos foquitos intermitentes que alumbran gran parte del campo.

—¿Vas a hablarme o prefieres que me largue de aquí? —pregunto, es una amenaza directa y espero que su respuesta sea no.

—No te estoy corriendo, pero si quieres irte, no me opondré —responde, soltando una risita de lado. Vale, esto hirió mi orgullo de mujer. Nunca nadie me había tratado así, soy yo la que dice eso, no ellos.

Me quedo boquiabierta, observando como coloca sus brazos a los costados del respaldar de la banqueta. ¡Joder!

—Está bien, ¿Acaso quieres que me arrodille y te pida disculpas para que dejes de actuar como un raro?

—No comencemos con las agresiones —murmura, riéndose. ¡Se está burlando de mí! No puede ser, tan bajo he caído. Debería irme y dejarlo solo aquí pero no quiero hacerlo—. No me llames Raro, pensé que habíamos dejado eso en el pasado.

—¡Harry! ¡No seas ridículo! Compórtate como un hombre —le grito.

—Baja la voz, todos nos están viendo. Esto no es un melodrama así que cálmate —sisea, aun manteniendo esa estúpida sonrisita.

<Vete de este lugar> <Tienes orgullo> <No te puede hacer eso> me grita una vocecilla en mi subconsciente. Ella tiene razón, debería acatar sus órdenes, pero no quiero. ¡No quiero irme de aquí! Y sé cuál es la estúpida razón por la que quiero quedarme pero no deseo admitirla.

—Está bien —murmuro, tomando asiento a su lado y tratando de calmar mi carácter y a la vocecilla que abuchea desde mis adentros. Me la imagino, sentada y observándome con una ceja levantada mientras mueve el dedo en señal de no.

—Mucho mejor, te alteras demasiado rápido —me dice—. Para ser una chica de diecisiete años, a veces te comportas como una señora de cuarenta.

Me quedo callada, ahora soy yo la que no quiere hablar. ¡Estúpido Harry! No merece que gaste mi voz platicándole.

<Me das vergüenza ajena> comenta la vocecilla, interviniendo nuevamente. ¿Vergüenza ajena? Ella está dentro de mí, lo que dice es ridículo. <No me contradigas, la ridícula acá es otra>

Me cruzo de brazos y miro el cielo, ya está oscuro. Supongo que deben de ser las ocho de la noche, y también supongo que Zayn estará preocupado por mí, o eso creo. Observo de reojo a Harry juguetear con su camiseta y un pedacito de arbusto atorado en ella.

—Sabía que no te irías —expresa, mirándome y encontrándome observándolo—. Como te lo dije una vez, lo vuelvo a repetir. Te divierto y te gusta la manera en que eso te hace sentir.

STORM |H.S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora