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La poca confianza que Fury había depositado en aquel extraño James Barnes atemporal se había resquebrajado al enterarse del incidente con Rumlow. De nada sirvieron las palabras de Steve cuando el director de SHIELD se lo llevó para someterlo a un duro interrogatorio. Fechas, misiones, nombres, lugares... Fury le exprimió hasta la saciedad durante las más de cuatro horas que estuvieron encerrados en uno de los despachos de la Torre Stark. Pero la experiencia valió la pena para Bucky con tal de ganarse finalmente el reconocimiento de aquel hombre. 

—No salga de la torre, sargento. Hydra no debe saber que conocemos sus secretos. Voy a asegurarme que, una a una, todas las cabezas caigan.

Tras un fuerte apretón de manos, el director se marchó dejando a Bucky con un sentimiento agridulce. Por un lado, con su confesión iba a poder resarcir todos los crímenes del pasado. Por otro, no sabía cuánto tiempo debería permanecer encerrado en aquella torre viendo a los demás partir a las distintas misiones que Fury les encomendara. 

—¿Cómo estás?— Steve le interceptó nada más salir del despacho, preocupado como no podía ser de otro modo —. JARVIS nos ha transmitido el interrogatorio...— por primera vez, el agarre de su mano no fue reconfortante. 

Sintió ganas de vomitar y lo apartó con un movimiento brusco. Steve había escuchado cada detalle confesado... cosas que jamás le habría compartido por muy amigos que fueran. Por vergüenza, por no preocuparle, sobretodo por la humillación que suponía. Y no solo él, todos los demás lo sabían también y no deseaba en absoluto ver compasión o pena en sus caras.

—Hey, tranquilo. Mírame— las manos del capitán capturaron su rostro y una vez más se perdió en sus ojos—. Siempre te he admirado, ahora más que nunca. Eres el hombre más fuerte que conozco, Bucky.  Nada ha cambiado. 

Sonrió. Qué bien le conocía el maldito ex-renacuajo. Podía meterse en su cabeza sin necesidad de ciencia, solo con una mirada.

No tendría que haberse enlistado en el pasado. Nunca debería haber ido a la guerra. Era tarde para desear que las cosas hubieran sido distintas, mas no podía dejar de pensar que si tan solo se hubiera quedado al lado de Steve en ese pequeño y humilde apartamento de Brooklyn... Pero no lo hizo. Era joven entonces, solo quería pasarlo bien y convertirse en soldado porque era lo que todos esperaban. Lo que había que hacer. 

No sabía si en los 40 había amado a Steve como lo hacía en ese momento. La guerra, la represión, los ideales arcaicos... hicieron que hombres como él se mantuvieran dentro de los ideales estipulados por el resto de la sociedad. Probablemente nunca miró a Steve con los mismos ojos con los que ahora lo miraba porque jamás se les habría permitido estar juntos. 

Los tiempos habían cambiado. Él había cambiado. Ya no era el Soldado de Invierno, pero tampoco el mismo Bucky Barnes de los 40. Y aún así, por primera vez tenía las ideas más claras que nunca.

Apartó las manos de Steve y le agarró de la nuca para atraerlo en un necesitado beso. Uno con el que había estado soñando despierto desde que llegara a aquel tiempo. No notó resistencia, pero tampoco invitación a ir más profundo y probar su lengua. El rubio estaba en shock, podía notarlo, mas eso no le impidió seguir pegado a sus labios hasta escuchar pasos en el fondo del pasillo. 

Steve se separó primero, evitando hacer contacto visual con cualquiera de los presentes. Era tan distinto a sus alucinaciones, y sin embargo tan fiel a lo que sus recuerdos evocaban, que Bucky solo podía desear más. 

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Perdonadme por este par de capítulos tan cortos. He estado doblando horas en el trabajo y apenas encuentro tiempo y fuerzas para escribir. Pero no quería dejaros tanto tiempo sin nada así que... bueno, algo es algo(?) 

Intentaré mañana subir algo más largo >.<

Saludos, 

Vik-


Back to the Line [Trilogía Stucky - 2] - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora