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Salimos del aeropuerto y fuimos directos al coche para que guardáramos mis maletas.

No me había traído todas mis cosas porque quería esperar a ver las cosas que tenía el piso, así mi madre solo tendría que mandarme las cosas que necesitara. Pero seguramente le de igual, al final ella acabará mandándome más cosas de las que necesito, así es ella.

Mi madre es de esas personas que siempre lleva cosas de más y su forma de justificarse es "y si ...", yo sinceramente no entiendo la necesidad de llevar más cosas de las que necesitas, pero bueno, supongo que son cosas de madre.

Una vez estuvimos al lado del coche ayudé al señor Shin a guardar mis maletas en el coche.

Después de que guardáramos todo en el maletero nos fuimos directos a la compañía.

Había pensado que nos iríamos directamente al piso, pero por lo visto tenía que ir primero a la compañía, debíamos ir a coger las llaves y además aprovecharíamos para recoger mi tarjeta de identificación.

- ¿Tengo una tarjeta de acceso? - le pregunté sorprendida, creía que esas cosas solo se utilizaban en las películas o en los dramas.

- Si, nuestra empresa es muy estricta con la seguridad - me explico serio - le recomiendo que la lleve siempre encima o es muy probable que los guardias no la dejen pasar.

- ¿No me dejarían entrar? - pregunté incrédula - ¿ni aunque le dijera que trabajo aquí?

Me sorprendió mucho cuando escuche la risa de señor Shin, no me lo esperaba, ¿acaso había dicho algo gracioso? Él siguió riéndose por un rato mientras negaba con la cabeza.

- No, ni por esas la dejarían entrar - me asegura.

- Comprendo.

No añadí nada más y seguimos el resto del camino en silencio.

Todavía no conseguía entender porque una compañía que se dedicaba a dar clases de idiomas necesitaría tanta seguridad, ni que allí hubiera gente famosa, bueno, supongo que serán cosas de su país.

Después de un tiempo acabamos llegando a la empresa, y si lo de la tarjeta de identificación me parecía excesivo, eso no era nada en comparación con las medidas de seguridad del edificio. Nada más entrar el señor Shin tuvo que enseñar su tarjeta de identificación a un guardia con cara de pocos amigos, y eso no era nada, el edificio estaba rodeado de cámaras de seguridad y además en cada puerta había un guardia bastante imponente con un aura que decía a gritos "lárgate".

- ¿Dónde me he metido? - me pregunté bajito, esta empresa era cada vez más y más rara. Todas esas medidas de seguridad me parecían excesivas, más que una empresa esto parecía una cárcel o si caso la casa de algún mafioso.

Lentamente nos acercamos al garaje, el guardia de esta vez parecía menos intimidante que el anterior, hablaba tranquilamente con el señor Shin, pero cuando me miro su cara cambio completamente.

Si dijera que no me había acojonado con la mirada de ese hombre estaría mintiendo, sentía como si me gritara que tenía que irme.

- No se preocupe por esto señorita Alexia, cuando los chicos sepan que forma parte del equipo dejaran de comportarse así - me aseguró.

- Si usted lo dice ...

Aparcamos en el garaje y bajamos del coche, el estacionamiento estaba lleno de furgonetas con los cristales tintados, eran como las típicas furgonetas en las que se montan los famosos para recorrer la ciudad.

- Seguro que no son las mismo - me dije a mi misma, era imposible que fuesen las mismas. Aunque si fueran los autos de famosos sería lógico que el edifico tuviera tanta seguridad.

Mis pensamientos hicieron que mi curiosidad naciera, quise acércame un poco a una de las furgonetas para mirar por la ventana, pero ...

- ¿Señorita Alexia?

Maldita sea, solo quería mirar por una de las ventadas, ¿no podía esperar un poco más antes de llamarme?

- ¿Si? - me voltee con una sonrisa.

- ¿A dónde va?

- Humm ... bueno ... yo - con los nervios no pude evitar mirar a la furgoneta para luego mirar al señor Shin, el cual me miraba con el ceño un poco fruncido.

- Esos autos pertenecen a los clientes de la compañía, le agradecería que se abstuviera de fisgonear.

Me sentí avergonzada por el regaño, era una adulta y ahora mismo me estaba comportado como una niña curiosa que no podía evitar fisgonear.

Asentí avergonzada y empecé a seguir al señor Shin, quien me sonrió forzadamente y comenzó a caminar hacia el ascensor.

Mientras me iba no pude evitar voltear para mirar la camioneta, puedo jurar que vi como una sombra se movida detrás del cristal.

Ahora tengo más curiosidad por saber quién está detrás de los cristales, y si vuelvo atrás y ... ¡NO!

Descarté la idea y seguí caminando detrás del señor Shin, no quería que volviera a regañarme, con una vez es más que suficiente.

Subimos al ascensor y fuimos al vestíbulo, nada más llegar nos acercamos al mostrados donde estaba sentada una chica, que nada más vernos saludo al señor Shin con una sonrisa y luego me miró a mí con curiosidad.

El señor Shin le preguntó algo en coreano y ella le respondió sonriendo, quise poner un poco en práctica mi curso intensivo de coreano, pero hablaban tan rápido que apenas era capaz de entenderlos.

Lo único que saqué en claro fue que dijeron mi nombre y ya, vale está claro que tengo que ponerme en serio con el coreano, si sigo así va a ser imposible que me comunique con ellos, porque dudo mucho que vallan a querer hablar todo el rato en inglés.

- Señorita Alexia - me llamó el señor Shin.

- ¿Si? - me había distraído mirando por los alrededores mientras ellos dos hablaban por lo que no me había dado cuenta de que había comenzado a alejarme de ellos, avergonzada me acerqué rápidamente.

- Esta son las llaves de su apartamento - me dijo mientras me pasaba una llave junto al mapa de la ciudad.

- Gracias.

- No es nada - me aseguro - y esta, es su tarjeta de identificación - dijo mientras me daba una tarjeta del tamaño de un carnet con un código de barras en la parte de atrás - recuerde que debe de llevarla siempre con sigo, y si la llegase a perder tiene que informarlo inmediatamente - me dijo con tono vehemente, a lo que yo solo asentí nerviosas. - Bueno esto es todo, ahora podemos irnos.

Empezó a caminar de nuevo al ascensor, cuando llegamos este se abrió mostrando a un montón de chicos, los cuales al vernos nos sonrieron y saludaron, el señor Shin les hizo una reverencia yo por mi parte me quedé tiesa, esos chicos ... ¿de qué me sonaban?

Los chicos imitaron la acción del señor Shin y luego me miraron, cuando vieron que yo me había quedado igual, sin hacer nada, empezaron a hablar entre ellos. Uno de los chicos se adelantó y le preguntó algo al señor Shin quien les respondió algo en coreano.

Al principio parecían sorprendidos, pero en un momento sus miradas reflejaron comprensión, después de eso me sonrieron una vez más y se marcharon todos juntos.

¿A qué había venido todo eso? Y más importante, ¿por qué me sonaban tanto esos chicos?

No pude evitar seguirlos con la mirada mientras se iban, juraría que los había visto en algún lado, pero ¿dónde?

Hola, soy tu profesora de español [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora