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Después de que enviara mi currículum a esa misteriosa empresa nada había pasado bastante tiempo, las primeras semanas me las había pasado pendiente de mi correo, esperando a que me contactarán, pero conforme pasaba el tiempo mis esperanzas murieron.

A pesar de esto, no podía quejarme de cómo me iban las cosas, bueno, en realidad si podía y de hecho lo hacía. Siempre que hablaba con Ester o con cualquiera de mis conocidos acababa quejando me un poco de cómo me iban las cosas.

No sé cómo había pasado, lo único que sabía, es que mis adorables niños habían mutado o me los habían cambiado por unos demonios.

Si señores, mi adorable clase ahora era un caos, no conseguía hacer que mis alumnos participaran en algo sin que montaran un espectáculo, sin que se pelearan entre ellos o que ... en definitiva un completo desastre.

¿¡Qué era lo que había pasado en las vacaciones para que mi adorable clase se convirtiera en lo que es ahora?!

Eso era lo que no paraba de preguntarme, y para colmo yo era la tutora de esta clase, así que cada vez que montaban un escándalo en la clase de cualquier profesor, ellos no dudaban en venir a quejarse de su comportamiento en clase, y yo solo podía sonreír y decirles que lo arreglaría. ¿Cómo cojones lo arreglo? si ni yo sé porque se comportan así.

Desganada me levanto de la cama y me preparo un café bien cargado, no me gusta las cosas amargas, pero necesito energías para hoy o mato a alguno de esos pequeños monstruos.

Con la energía por el piso me ducho, me cambio, cojo mis cosas y salgo para el colegio. No me molesto ni en saludar a mis compañeros, dejo mis cosas y preparo el material para mi primera clase.

Mientras hago todo esto escucho a mis espaldas como cuchichean el resto de los profesores, hago oídos sordos y sigo con lo mío, aunque en realidad me gustaría volverme y gritarles tres o cuatro cosas, pero me contengo porque tengo que conserva este trabajo y porque si les digo algo me van a hacer la vida imposible.

Cansada y sin ganas cojo mis cosas y me dirijo a la clase, gracias a dios es primera hora, pienso agradecida y aliviada mientras entro en el aula, aunque no tardo nada en abandonar ese sentimiento. No han pasado ni diez minutos y ya se puede escuchar un murmullo general por toda el aula.

Inspiro aire profundamente y pongo mi mejor sonrisa.

- Chicos relajarse - les digo todavía sonriente, ellos pasan de mí y poco a poco mi sonrisa va desapareciendo y se cambia por una cara seria. Cuando mis alumnos se dan cuenta del cambio dejan de hablar abruptamente y me prestan atención - hoy hablaremos de ... - no puedo terminar la frase porque suena mi teléfono dejándome saber que he recibido una notificación - disculparme un momento - les digo mientras voy a mi bolso y saco el móvil para ver de qué es la notificación, es del correo.

Quiero leerlo, pero tengo que dar clases, así que vuelvo a guardar el móvil y cojo mis cosas para seguir.

La clase pasa lentamente y mis ánimos van cayendo conforme pasan las horas, no sé cómo lo hago, pero consigo terminar todas mis clases sin gritar en ninguna ocasión, me desperezo y salgo del aula no sin antes mandarles la tarea a mis "fantásticos" alumnos.

Puedo escuchar sus quejas mientras les digo lo que quiero para la próxima clase, me dan pena y me replanteo el dejarles más tiempo, pero después recordar su actitud en clase no cedo y dejo las cosas como están.

Salgo del aula y voy a la sala de profesores, cuando estoy cerca de la puerta escucho a algunos de los profesores hablando de mí.

- ¿Qué pensáis de Alexia? - pregunta Luisa, la profesora de biología.

- No está mal, aunque todavía tiene que mejorar mucho - le responde mi antiguo profesor de Matemáticas.

- Si, pienso igual que tú - concuerda otra profesora, de la cual no recuerdo el nombre. A pesar de que la frase no debería de molestarme es el tono que usa el que me cabrea, lo dice de una manera que ... ah no se explicarme, es el tono y la forma en que lo ha dicho la que me molesta.

No dejo que sigan hablando y entro al aula, ellos se callan nada más verme avergonzados por estar hablando de mí a mis espaldas, y yo como buena actriz, actúo como si no entendiera el porqué de su comportamiento.

- ¿Pasa algo? - pregunto con inocencia fingida.

- No, nada - me aseguran los tres, me encojo de hombros y les sonrío forzadamente.

Si tienen el valor para hablar de mí a mis espaldas, también deberían de tenerlo para decirme las cosas a la cara.

A pesar de que me cabrea su actitud decido pasar del tema, no quiero enfadarme antes de salir del trabajo, no merece la pena.

¿Para qué? me digo a mi misma, termino de recoger mis cosas y me despido de mis compañeros, quienes me sonríen avergonzados.

En el camino a casa no paro de pensar en el comentario de esa profesora, sé que no debería de darle vueltas a un asunto tan trivial, pero no puedo evitarlo, simplemente me molesta.

Además, que yo recuerde nunca le he hecho algo, y si lo he hecho seguro que no era con mala intención. Sigo dándole vueltas al tema hasta que yo misma acabo hartándome.

- Se acabó, tampoco es para tanto - me digo a mi misma - qué más da que no le caiga bien a una persona, habrá un montón de gente a la que sí que le caiga bien, además tampoco es el fin del mundo - con eso en mente intento dejar de pensar en el tema.

Llego a casa agotada y voy a la nevera para sacar algo del refrigerador, todavía tengo algunos tapers con la comida de mi madre, así que saco uno cualquiera y lo dejo sobre la encimera.

No sé lo que es y sinceramente me da igual, ahora mismo solo tengo ganas de comer y me da exactamente igual lo que sea.

Preparo mi comida y la caliento en el microondas, aprovecho ese tiempo para ir a mi habitación y colocarme algo más cómodo para estar por casa, cuando termino con la tarea vuelvo a la cocina y saco la comida del microondas.

Ni siquiera espero a que se enfríe, empiezo a comer como si no hubiera un mañana y cuando acabo lavo los trastes, los seco y los guardo.

Y esto señores es mi día a día, nada más y nada menos, aunque cuando llega el viernes mi rutina varía un poco.

Me tumbo en el sofá ya saciada y enciendo la televisión, es un poco triste vivir sola, pero quería independizarme así que supongo que tendré que acostumbrarme. Es entonces cuando recuerdo que tengo un correo sin responder.

Me levanto sin ganas del sofá y voy hasta mi habitación para encender el ordenador, el cual tarda un buen rato en arrancar, cuando por fin arranca abro mi correo y ...

Hola, soy tu profesora de español [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora