Cap.3

138 11 2
                                    


El señor Wolf y ella habían acordado que el panadero se pasaría toda la noche intentando localizar a la policía, y que si el plan de su madre funcionaba que fuera a la panadería que él la estaría esperándola.

Anne, un poco más relajada y con un minúsculo sentimiento de esperanza decidió volver a casa.

Muchos de los locales de la calle se encontraban cerrados. Las farolas estaban rodeadas de una indestructible capa de mosquitos, los que provocaban unas graciosas sombras en el asfalto, haciendo que soltara una leves risitas. Ella que acostumbraba a atajar en un callejón le pareció mala idea por la oscuridad de éste y decidió ir por el camino que era un poco más largo, cuando llegó un sentimiento la inundó completamente, el terror.

El coche de su padre estaba aparcado justo enfrente de la casa, el coche estaba derruido por el capo como si se hubiese chocado más de diez veces contra un muro.

Miles de gritos inundaban la casa, y aunque cualquier persona cuerda hubiera corrido despavorida, ella no. Ella, aun con el terror dentro de ella corrió adentro de aquella casa, encontrándose con la escena que provocaría sus mayores pesadillas.

Las paredes estaban manchadas de sangre, en medio del salón yacía su madre, apuñalada con numerosos cuchillos aún clavados en su espalda, Anne soltó un grito ahogado y al ver quien llevaba aun un cuchillo y estaba manchada su camisa de sangre corrió por las escaleras en dirección a u cuarto donde le esperaba una escena espeluznante, su hermanito estaba tendido en el suelo cubierto de sangre y con sus ojos color chocolate en blanco. Ella quería llorar, quería que todo acabara, y si eso era que debía morir lo haría...

Anne cerró los ojos, esperando que su padre subiera tras ella y que acabara con todo su sufrimiento, más antes de eso, recordó aquellas palabras que le dijo su madre, tenía que ser más fuerte y más lista que él.

Cuando el hombre entró no hayo ninguna señal de su hija, ninguna. Él se dio la vuelta cuando noto una pequeña brisa, la ventana, le habían quitado el pestillo.

No tardó mucho en alcanzarla, ella quien corría lo más rápido que le permitían sus minúsculas piernas, no podía superar las enormes zancadas que provenían de su padre.

A apenas dos calles estaría la panadería, Anne pensó que serían dos contra uno, más cuando llego el edificio estaba en llamas.

-¿Qué? ¿Acaso pensabas que nunca me enteraría de que se lo contaste?

Anne, sin parar de llorar no se paró a pensar en dejar de correr. No podía darle aquel gusto a ese hombre que se atrevía llamarse padre.

Consiguió despistarle y se adentró en el atajo que anteriormente había olvidado, se ocultó en una ventana y luego mientras sentía como su padre avanzaba lentamente hacia ella se oyeron unos tiros, y así cuando se giró vio como su padre había sido abatido por unos policías.   

El cuerpo le temblaba, ¿acaso era cierto lo que acababa de suceder? ¿ Que de verdad su madre estaba...?

<<No..>> De sus ojos salieron más lagrimas, tantas, que ni siquiera se percató de que sus lágrimas caían y le resbalaban por sus delgadas piernas. 

Lentamente se fue tranquilizando, mas el pensamiento de que estaba sola ante el peligro y ante el mundo la aterraba. Su madre..., su hermanito...ya no los volvería a ver. Como dejó de ver a sus tíos, primos y abuelos. Tendría que aprender a cuidarse, poco a poco dejaba de llorar, y con un par de sorbidas y sollozos se detuvo para admirar a la luna y a las estrellas y se pregunto si algún día podría, tal vez, tener a alguien a su lado que la proteja. Pero al momento se retactó.


-¿Por qué he de esperar a alguien así? ¿ Por qué he de esperar a alguien que nunca me deje?- le preguntó a las estrellas y a la luna. - Estrellas, ¿podríais consolarme? Y vos luna, ¿ Podríais cuidarme y velar por mí? 

Ante el silencio que dejaron los coches patrulla, ella se levantó suavemente. Y se lanzó para aterrizar  de rodillas, se limpió un poco las manos y se acercó a donde estaban los policias. 

Ellos le dijeron que la llevarían a un sitio en el que estaría a salvo y donde buscarían a una buena familia que pudiera darme un hogar. Anne aún con las marcas de las lágrimas en la cara, con la rodilla raspada y con su pequeño corazón a cien, se preguntó una ultima cosa, ¿por qué dolía tanto, acaso el dolor de una perdida era semejante al del miedo? 

Ella se limitó a asentir suavemente, la acercaron al coche patrulla y la revisaron y cuidaron sus heridas mientras aquellos hombres uniformados hacían preguntas.

Ella, tímida y aterrada, intentaba responder a todas sus preguntas. Aun sentía aquel frío que la traspasaba la piel, haciendo que se aferrara con prisa a la manta. 

Aquella noche se le quedó gravada a la fuerza en su cabeza. Pues aquel día no solo había perdido la familia que le quedaba, sino que también había perdido todo. 

Su casa estaba en ruinas, su antiguo cuarto ahora eran cenizas, restos de muñecas de trapo y papeles de lo que antes habían sido libros, los discos estaban destrozados,  pasó por la que iba a ser la habitación de su hermanito, ella había conseguido a duras penas coser un osito, estaba lleno de fallos, pero no le importaba; cogió el osito y sin pensarlo lo abrazó.  


- Niñita- le dijo el policia que la acompañaba.- ¿Tienes todo lo que necesitas? 

Ella admiró el oso una vez más antes de meterlo dentro de la mochila. El policia le tendió su mano, ella la admiró unos segundos antes de aferrarse a ella y salir de aquella casa donde había sido infeliz toda su corta vida, el policía la miró la sonrió y la acompañó a un coche donde se encontraba su compañera.

El policía se acercó a la niña y le dijo

-Ella es Leire, y te acercará al lugar seguro.- le sonrió tiernamente y la ayudó a subir al coche. 

Es mi maldición. (Damian Wayne y Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora