Estilista

4.8K 653 782
                                    

Era tan poco común que Tweek pasara más de un minuto frente al espejo, pero esa mañana antes de salir de casa, miró con detalle su cara y cabello, eran un desastre que no tenía idea de cómo arreglar nisiquiera sabía que es lo que estaba mal, sólo estaba seguro que algo con su aspecto definitivamente era terrible, pero sin mucho que poder hacer salió algo molesto por ese asunto y con un pequeño temor atrapado en la garganta, pensando que más tarde se encontraría directamente con aquel tan diferente.

Mientras Craig estaba desesperado por tener de regreso su teléfono, había podido revisar sus notificaciones en la laptop pero el vacío del pequeño artefacto en su bolsillo le daba la sensación de estar algo incompleto, sólo pudo manejar su intranquilidad pensando en que debía vestir ese día, siempre se demoraba al menos 10 minutos eligiendo prendas que combinaran. satisfecho con el resultado, encaminó a sus clases cargando con su pesada maleta de gimnasio, no había conseguido la que quería pero no estaba mal, nadie en la clase tenía una todavía y la sustituian con similares incluso bolsos enormes.

Comenzando la rutina previa a los entrenamientos había que correr varios metros, demasiado simple para Token y Tweek que tenían experiencia pero podían ver a los principiantes cansados al no estar a un nivel alto de rendimiento. Si existe un deporte que demanda demasiado de una persona, definitivamente es el boxeo. Por el área provista para tales actividades, los diferentes "grupos" tendían a mezclarse con la diferencia de que evidentemente no permanecían lapsos iguales, estaban los semi profesionales con gran condición, los de nivel avanzado y los novatos o amateur, en ese grupo le pareció ver a lo lejos a un chico alto y pelinegro, no pudo ver su rostro pero se parecía a su demonio de la moda. De las féminas había pocas tal vez menos de 10, pero todas eran bastante fuertes como para ganar por KO contra varones novatos, de las más populares estaba una pelinegra llamada Wendy, varios habían intentado ligarla y nadie lo conseguía, quizá se concentraba más en sus entrenamientos, tal vez nadie le parecía un buen partido o el rumor más común sobre todas las mujeres que practican box, debía ser lesbiana.

Tras varias horas de aburrida teoría sobre la estructura del cabello y los diferentes ángulos de proyección, por fin pasarían a la práctica, un corte sencillo y básico para cualquier peluquero decente, primero debían memorizar la ficha de corte y proceder en la cabellera de sus maniquíes, era mejor arruinar el cabello de un ser inerte que no te odiara si lo dejas casi calvo. Era el emocionante momento de elegir su estación, Craig se valió de sus piernas largas y la desventaja de las mujeres en altos tacones para apoderarse a una de las más cercanas a los lava cabezas, siguiendo el protocolo de organización colocó de manera estética cada una de las herramientas y a vestir el uniforme del instituto, como era obligatorio, renegaba a la idea de tener que usar una horrible bata holgada rosa chillante, sin embargo estaba muy conforme con la prenda negra a la medida y las lindas letras doradas bordadas en la espalda que mostraban el nombre de la escuela. Estaba tan feliz.

Una vez salido de las regaderas cambió sus ropas en el vestidor, mientras cerraba el casillero pudo ver el móvil de aquel chico, debía devolverlo ese día, y pensó que si en verdad había sido él a quien vio más temprano, era raro que estuvieran ambos ahí y no lo notaran, sin embargo si era un pugilista amateur seguro que estaba al otro lado del gimnasio, sería bueno si lo encontrara por ahí pero podía esperar a verlo fuera. Antes de partir quiso rellenar la botella de agua así que caminó hasta la sala de descanso, era como una pequeña cafetería con bebidas de electrolitos (aunque él prefería siempre un café antes que otra cosa) y alimentos apegados a sus estrictas dietas. Intentando mantener la botella fija mientras oprimia la pequeña llave sus cabellos obstruian la mirada al caer sobre su cara por la inclinación que mantenía, los echó atrás con un movimiento de cabeza pero volvían desafiantes, sintiendo frustración por no poder hacer algo tan simple dejó de lado lo que hacía y tomó una banda de su bolsillo, últimamente su cabello era más estorboso, siempre le bastaba con una goma y algún broche para despejar su rostro, pero llevaba tal vez un año o más sin un corte y los mechones rubios andaban sin orden por todos lados, podía ignorarlos mientras peleaba pero poco a poco iban a terminar por cubrir su vista. Mientras recogía con furia todo su cabello llevándolo hacia atrás en tirones una voz le hizo detener sus movimientos.

Tiempo de pose: diez  roundsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora