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Nota: A lo que Hange y Mike se refieren cuando mencionan 'La Gente' se refiere a un café literario del cual Hange es la propietaria y Mike es socio.

¡Espero que disfruten de esta historia tanto como yo lo hice!

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—Por favor, mamá.
—Sara, he dicho que no.
—Vamos, Hange. Déjala venir conmigo.
—Moblit, no me tomes por idiota. Si Sara se va contigo, se entretendrán por ahí y saldremos de vacaciones con tres días de retraso.
— ¡Ven con nosotros para vigilarnos!
—Ni hablar. ¿Has visto todo lo que tengo que hacer?
—Razón de más para que Sara se venga conmigo, así estarás más tranquila.
— ¡Anda, mamá!
—Bueno, ya. ¡Venga, lárguense! ¡Fuera! Desaparezcan de mi vista.
Se marcharon armando jaleo por las escaleras.

Después supe que seguían haciendo el tonto en el coche, justo antes de que el camión les embistiera. Me dije a mí misma que habían muerto riendo. Me dije que hubiese querido estar con ellos.

Y un año después me seguía repitiendo todos los días que hubiera preferido morir a su lado. Pero mi corazón latía con obstinación. Me mantenía con vida.
Para mi gran desgracia.

Tendida en el sofá, miraba bailar el humo del cigarrillo cuando se abrió la puerta de entrada. Mike se presentaba de improviso, o casi. Aparecía todos los días. ¿Cómo se me habría ocurrido dejarle una copia de las llaves?

Me sobresaltó su llegada, y la ceniza fue a parar a mi pijama. La envié al suelo de un soplido. Para no ver cómo se ponía manos a la obra con su limpieza habitual, me largué a la cocina a recargarme de cafeína. Cuando volví, todo seguía en su sitio. Los ceniceros a rebosar, las tazas vacías, las cajas de comida preparada y las botellas llenaban la mesita baja. Mike estaba sentado, con las piernas cruzadas, mirándome fijamente. Verlo con ese aspecto tan serio me desconcertó durante una fracción de segundo, pero lo que más me sorprendió fue su indumentaria. ¿Por qué llevaba traje? ¿Qué había hecho con sus inseparables vaqueros rotos y sus camisetas ajustadas?

— ¿Adónde vas vestido así? ¿A una boda o a un entierro?

— ¿Qué hora es?

—Eso no responde a mi pregunta. Me trae sin cuidado la hora que es. ¿Te has vestido para ligar con un golden boy?

—Lo preferiría. Son las dos de la tarde, y tienes que lavarte y vestirte. No puedes ir con esas pintas.

— ¿Adónde quieres que vaya?

—Date prisa. Nos esperan tus padres y los de Moblit. Tenemos que estar allí dentro de una hora.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mis manos empezaron a temblar, la bilis subió hasta mi garganta.

—Ni hablar, no voy a ir al cementerio, ¿te enteras?

—Hazlo por ellos —me dijo suavemente—. Ve a rendirles homenaje, hoy tienes que ir, hoy hace un año, todo el mundo va a apoyarte.

—No quiero el apoyo de nadie. Me niego a ir a esa estúpida ceremonia conmemorativa. ¿Acaso crees que me apetece ir a celebrar su muerte?

Mi voz empezó a temblar, y brotaron las primeras lágrimas del día. Con los ojos emborronados vi a Mike levantarse y acercarse a mí. Sus brazos rodearon mi cuerpo, aplastándome contra su torso.

-LeviHan- La gente feliz lee y toma café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora