7

782 120 71
                                    

Una disculpa por la tardanza, aquí tienen el siguiente capítulo.

¡Espero que lo disfruten!

🔸 🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸 🔸

No me lo pensé dos veces y acepté la propuesta de Levi.

Nos marchamos ante la atónita mirada de Murel y Jack, que se tuvieron que quedar con Postman
esta vez.

Hicimos el trayecto en coche y la travesía por mar en el mayor de los silencios. Con él aprendí a no hablar si no tenía algo interesante que decir.

Nada más poner el pie en la isla, me llevó hasta uno de sus extremos, donde se suponía que encontraríamos la luz perfecta para sus fotos.

Allí fue donde empecé a arrepentirme seriamente de haberlo acompañado.
Siempre había sufrido de vértigo, y estábamos al borde de un acantilado, a más de noventa
metros de altura.

—Quería enseñarte este sitio.
¿No te parece relajante? —me preguntó.

Aterrador me parecía un adjetivo más apropiado—. Se tiene la impresión de estar solo en el mundo.

—Y por eso te gusta estar aquí.
—Al menos, no hay vecinos que te molesten.

En ese instante intercambiamos una mirada significativa.

—Me voy a poner a trabajar —anunció Levi —.
Tú puedes quedarte aquí
y cumplir con la tradición de la isla.

—¿De qué estás hablando?
—Todo visitante debe tumbarse boca abajo y asomar la cabeza al vacío. ¡Tu turno!

Empezó a alejarse y lo retuve del brazo.

—¿Estás bromeando?
—¿Tienes miedo?
—Esto... No, para nada, todo lo contrario —respondí con tono ofendido—.Me encantan las sensaciones fuertes.
—Entonces, disfruta.

Esta vez se marchó de verdad.
Me había lanzado un desafío.
Me fumé un cigarrillo.

Después, me puse de rodillas.
Sólo se me ocurría una manera de
acercarme al borde: arrastrándome.
Los primeros temblores aparecieron a un metro de mi objetivo.
Mis músculos se agarrotaron, estaba paralizada y a punto
de gritar de terror.

Pasaba el tiempo y me sentía incapaz de levantarme y
alejarme del precipicio.
Mover la cabeza para ver dónde estaba Levi haciendo fotos me parecía imposible, estaba segura de caer.

Murmuré su nombre
para que acudiese en mi auxilio.

Sin resultado.

— Levi, ven, por favor —exclamé en voz alta.

Los minutos me parecieron horas. Por fin, Levi se acercó.
—¿Qué haces ahí todavía?
—Estoy tomando el té. ¿A ti qué te parece?
—No me digas que tienes vértigo.
—Sí.
—Entonces, ¿por qué has querido hacerlo?
—Eso no importa. Haz algo, lo que sea, jálame de los pies, pero no me dejes.
—Ni lo sueñes.

Cabrón. Sentí cómo se tumbaba a mi lado.

—¿Qué estás haciendo?

Sin decir palabra, se acercó más a mí, pasó un brazo por encima de mi espalda y me estrechó contra él. Yo seguía completamente quieta.

—Avanza conmigo —me dijo con suavidad.
—No —alcancé a decir.

Cuando sentí que Levi iniciaba un movimiento hacia el borde, escondí la cabeza en su cuello.

—Me voy a caer.
—No te voy a soltar.

Despegué lentamente mi cara.
El viento me sacudió, y el pelo empezó a revolotear en todos los sentidos.

-LeviHan- La gente feliz lee y toma café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora