C U A T R O.

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Era la mitad de la noche, desperté tras tener una pesadilla, asustada, decidí quedarme en silencio para no incomodar a Leon.

Pero sentía la sangre fría correr por mis venas casi visibles.
Sentía pequeñas gotas de sudor frío, fuera de mi puerta podía escuchar pasos, aunque podían confundirse con los latidos apresurados de mi corazón, que podía apostar a que los escuchaban también del otro lado de la pared.

Mire hacia la cama de León, pero estaba completamente tendida. ¿Donde podría estar?

Estaba teniendo un ataque de pánico, mi pecho subía y baja con rapidez, mis manos apretaban las sábanas con tal fuerza que mis nudillos estaban blancos. Sollocé y él apareció.

No se de donde, no se como pero estaba ahí frente a mi, acariciando mi hombro diciéndome que todo estaría bien, me levanto de tal modo que quede sentada frente a él y me abrazo, me sostuvo en sus brazos como si fuera una niña pequeña y se quedó acariciando mi cabello hasta que volví a dormir y no sentí nada más.

Desperté, y él estaba dormido en su cama dándome la espalda, me levante, fui al baño y me lavé.
Salí en dirección a mi recámara para ir por Leon y desayunar juntos.

-Hola, ¿Quieres ir a desayunar conmigo?

-Claro linda, solo dame un minuto y te alcanzo

Salí y me dirigí a la cocina haciendo fila para recibir mi desayuno, Leon llego y le hice un lugar atrás de mi.

Pusieron un pequeño jugo "natural" de naranja, un pedazo de pastel ya un poco duro, y él mismo puré de siempre, pero está vez pusieron un yogurt de Mora en mi charola.

Giré mi mirada a Leon y no tenía nada en su charola.

-¿Que pasa por que no tienes nada?

-Uh.. no lo sé, yo..

-Podrías por favor poner tu maldita comida rancia en la charola!.-Le grite a la pobre chica que servía la comida.

-Señorita cálmese por favor y camine!.-Me grito un guardia y no quería problemas, solo camine a la mesa fría y gris de siempre.

-Lo siento Leon.. ten,  no es mucho pero al menos tendrás algo en el estómago.

Le di mi pan duro y mi yogurt.

-Gracias, es muy lindo de tu parte.

-Es lo menos que puedo hacer después de lo de anoche, gracias por tranquilizarme.

-Está bien, te veías muy inquieta, solo quiero ayudar.-Sonrió

Crónicas de una loca. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora