S I E T E

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"Esta mañana uno de los guardias ha sido encontrado muerto", "nadie sabe quien fue", "murió de manera inexplicable", "no hay huellas".

Era de lo único que las personas hablaban.
Llegue a escuchar unos comentarios de aprobación ante tal acto, pues les hacía lo mismo que a mi.
No iría a almorzar, realmente me sentía fatal, me sentía muerta por dentro, hecha mierda.

Estaba mirando a la nada, sentada en el suelo, tarareando una canción, realmente no estaba segura de si era una canción, solo tarareaba al aire.

-¿Estas bien?

-¿Ah?, ¿en que momento entraste?

-Llevo un par de minutos aquí

-Leon, no quiero ser grosera pero quiero estar sola.

-¿Así me agradeces lo que hice por ti?

-No tenias que hacerlo, no tenias que matar a nadie, por mas que se lo mereciera, no tenias que hacerlo.

-¿No te da curiosidad como lo hice?

-Un poco.-Sonreí de lado.

-No te lo contaré, estabas molesta.-Sonrió.

-No hace falta, me lo puedo imaginar.

-¿Que te imaginas?

-Lo envenenaste.

-¿De donde sacaría el veneno?, no seas boba.-Me sonroje, era cierto.

-Uhh... Supongo que con tus poderes mágicos le quitaste el aire y por eso no hay marca en su cuello.

-¡Bingo!, levantó sus brazos y sonrió.

Se tumbó en mi cama y palmeó el colchón haciéndome señal a que me recostara junto a él.
Y así lo hice, él estaba detrás de mi y yo me acosté dándole la espalda, tenía mi brazo en mi cintura y él lo acarició hasta que me quede dormida.

Dormir con el de esa forma, con un cariño que comenzaba a nacer, es hermoso.
No podría existir algo mejor que esto.

Crónicas de una loca. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora