S E I S

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Cuando mis labios dejaron de tocar los suyos, sentí un frío, mire hacia otro lado, estaba avergonzada.

No sabía por que lo había hecho, ¿y si ya no quiere hablarme?, ¿y si pide que cambien su celda?
No quiero sonar paranoica, pero es el primer amigo que tengo y lo espante por mi torpe impulso.

-Leon?

Mire hacia donde estaba, pero.. No estaba.
Se fue, lo espanté, mierda, mierda!
Tengo que ir a buscarlo y disculparme.

Iba en camino a mi dormitorio, pero en medio de uno de los largos pasillos había un guardia, era alto, un poco gordo, o fornido, era difícil adivinar.
Tenía al rededor de cuarenta años, aunque se veía más grande.
Camino hacia a mi, en realidad no quería tener problemas.

-Contra la pared.

-¿Que?, pero no he hecho nada malo, no tengo nada.

-Contra la puta pared, dije.

Obedecí.
Me reviso totalmente, y no hablo de una buena manera.

-Camina.

Me empujo dentro de un cuarto de lavado.
Y lo hizo, una vez más.
Lo único que pude hacer es quedarme quieta, siquiera llorar o suplicarle que no lo hiciera, nada serviría.

Camine hasta mi cama, me tire en ella y lloré.

-¿Luna?, ¿Que pasó?, ¿Estas bien?

Leon corrió a donde estaba, me abrazo, beso mi cabeza y me tranquilizo.

Acariciaba los rasguños en mis brazos, cara, y piernas.
Curiosamente el siempre me calmaba, me hacía sentir que estaba segura, que estaba en casa.

-¿Me puedes contar qué pasó?

-El mismo, volvió a hacer lo mismo..

-¿Que?, ¿Que hizo?, ¿Quien?

-Abusó de mi.

-¿No es la primera vez?, mierda!

-Fue..

-Se quien fue, tranquila aguarda aquí.

Salió sin que yo pudiera decir algo más, estaba aterrada, estaba sin fuerzas, estaba destrozada.

Crónicas de una loca. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora