.Capítulo 2.

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Inmediatamente después de las palabras, y retirada, de Monokuma, toda la banda decidió hacer lo mismo. Cada uno se marchó por su lado a meditar, o quizás esconderse, al menos eso es lo que había hecho yo.

Me había encerrado en mi cuarto olor a vainilla a pensar en lo que acababa de presenciar, en medio de mis pensamientos, no me di cuenta de que había estado garabateando mi contrato en las zonas vacías. Al rededor de la foto de mi objetivo, Stefano, había varios redondeles y espirales del color sangre del bolígrafo.

Stefano, Jugadora de Billar, Veneno, Laboratorio de la psicóloga.

Con esos cuatro requisitos, y evitando ser descubierta luego, podría tener una vida perfecta. ¿Alguno de mis compañeros se estará replanteando matar a alguien para conseguirla? Sí, seguro que alguien lo hace. Ahora, la pregunta real, ¿intentará hacerlo de verdad?

El anterior motivo trataba de matar para volver a ver a nuestras familias, con la segunda recompensa del nuevo motivo podríamos exigir ser llevados donde sea que nuestros más cercanos estén además de tener dinero, recuerdos restaurados y... otra.

Había revisado las nueva aplicación y luego de pasar títulos y títulos sin presionar ninguno, me di cuenta que no estaba en un estado apto como para centrarme en ver algo.

El grupo que Miko había creado se mantenía muerto por el momento, nadie había hablado, y el único que me había mensajeado era Akihito para decirme que ya había comenzado a elaborar el buzo negro que le había pedido. Airi no había vuelto a tocar el tema de ayer para nada, Kai se seguía comportando extraño conmigo, la actitud amable de antes se había reemplazado por miradas curiosas y hasta desconfiadas. Con los otros once integrantes del grupo todo iba bien y normal, realmente no me llevaba mal con ninguno de ellos, Takeru seguía siendo un enano molesto, Kath seguía causándome incomodidad y Stefano seguía siendo un malhablado, pero creo que ya me acostumbré a sus actitudes, por lo que ninguno representa un problema real.

Algo que me había llamado la atención cuando salimos de la biblioteca fue Tsuki, fue la primer en salir casi corriendo, no le habría visto el rostro, así que no sé si lloraba, estaba enfadada o simplemente agotada, pero se me hizo extraño.

La otra reacción destacable fue Miko quien se quebró en su silla y Takumi la fue a tranquilizar, aunque ella tampoco se veía muy bien que digamos. Al salir, las vi entrando a la cafetería abrazadas.

Todas sus reacciones y actitudes me habían causado ganas de algo: analizarlos. Realmente mi talento suele ser útil para crear teorías, pero desde ya hace unos años que me había dado cuenta de un pequeño problema moral en analizar personas. Pienso que la belleza del ser humano se encuentra en lo espontáneo e inesperado que es, lo que lo hace difícil de analizar ya que hay que mirarlo desde varios puntos de vista, con distintos escenarios y problemas, con distintos estados de ánimo. Aún así pude analizar a alguien muy de cerca.

Akemi Shiraoka fue mi compañera de clase desde sala de infantes, claro que eso no significa que nos llevábamos bien. Desde mediados de la primaria, cuando comencé a desarrollar mi lado más lógico y racional, Akemi comenzó a... ser una persona menos agradable. Ante sus constantes golpes e insultos fuertes para ser una niña de ocho años, y en vez de hablar con un profesor o directora de la escuela, decidí observar mejor sus actitudes y reacciones, me parecía fascinante descubrir las razones detrás de sus maltratos, así que la convertí en mi conejillo de indias sin que ella supiese. Al final de mi primer análisis completo a una persona, me di cuenta de que ya no la consideraba así, la consideraba una máquina. Sabía como calmarla o desviar sus maltratos cuando venían, sabía contra quién y como reaccionaría ante problemas, dónde estar y dónde no, qué hacer y qué no. Akemi Shiraoka había perdido todo tipo de humanismo ante mí.

DanganPad - Caída Libre "(Inscripciones Cerradas)"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora