Contando Estrellas [Zodiaco]

Capítulo 36

El sol comenzaba su descenso en el cielo, dispuesto a cederle el puesto a la luna. Los cielos pintados en tonos pasteles al atardecer decoraban el entorno sobre la carretera de regreso a Watertown.

-Sigo sin creer que esa bibliotecaria se ofreciera a terminar de limpiar por nosotros- Capricornio explicaba con manos sobre el volante. -De no ser por ella no hubiéramos alcanzado a terminar el examen, suerte que lograste convencerla-

-Lo sé, ninguna chica puede resistirse a mis encantos, ni siquiera tú- El rubio, posicionado en el copiloto, admiraba su silueta reflejada en el espejo retrovisor.

-Jaja, sigue soñando amigo- La pelinegra reía ante aquel comentario.

-Por favor Capri, se que te babeas por tener a esta belleza- Deslizaba sus manos sobre su cuerpo seductoramente. -Admítelo-

-Ya quisieras- Sonreía de lado al rodar los ojos. -No se que le ven a un tipo tan narcisista como tú- Soltó un suspiro con satisfacción.

-¿Disculpa?- El león, con tono sobre actuado, se mostraba ofendido.

-Disculpa aceptada- La ojiazul se giró un segundo a verlo, seria.

-No es narcisismo, es la pura verdad- Hacía su rubia cabellera hacia atrás con una de sus manos.

-Si tú lo dices...- Se reía la chica internamente, haciendo una mueca.

-Oh vamos, si no te gustara, ¿por qué siempre estás hostigándome?- Inquirió, muy seguro de sus palabras.

-JAJAJA, ¿Qué?, yo ¿hostigándote? Pfff- Comenzó a carcajearse. -Siento decirte que no tengo el más mínimo interés en ti- Afirmó. -Ya ríndete conmigo-

-¡Ah!, ahora insinúas que yo soy quien está interesado- Enarcaba una ceja, curioso.

-Yo nunca dije eso, tú sólito te delataste- Lo señaló con su índice.

El león rodó los ojos molesto, hablando entre dientes. Un silencio contundente se hizo presente entre ambos individuos.

*¿Por qué eres así?, todo este tiempo pensé que... ugh, olvídalo* Leo tenía una batalla interna con sus pensamientos. * -"tú y yo, nunca va a suceder"-  ¿Por qué dijiste eso?, en serio no te entiendo, ¿cómo podría alguien no amarme?. Pero si dices que no lo haces... un día te haré cambiar de opinión cabrita, y lamentarás haberme ignorado*

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-Amor, ¿estás segura que me pediste calcetas negras y no blan... cas?- El chico Sagitario ingresaba a la habitación un tanto distraído, parando en seco al levantar la vista de la bolsa que sostenía.

Observó una pequeña escena de la geminiana, quien golpeaba una almohada repetidas veces, tras sostenerla contra su rostro y gritar a todo pulmón sobre su cama.

-¡Oh perdón!- Al ver como la morena se ruborizaba, salió inmediatamente. -¡Habitación equivocada!- Reía apenado, cerrando la puerta.

Mientras tanto, la de rizos continuaba sorprendida y avergonzada a la vez, parpadeando repetidas veces ante aquel acto.

*Maldita sea, ya hasta el nuevo se enteró de mis berrinches* Se tumbó de nuevo sobre el colchón, boca abajo.