VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: L El Dios. Parte 3

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LA GUERRA CONTR ....PSITEMOL-GIAS ARTIF.....EROMENOI.

Adentro de un sueño

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Adentro de un sueño...

Cae desde muy alto una lluvia sobre una ciudad de metal. Una figura borrosa por el agua camina hasta un colosal y helado muro, detrás de este, una maquina repleta de hombres. El alto y monótono muro solo deja a sus pies una pequeña puerta.

De ella sale un hombre fuerte y cansado. Se une a la primera figura y juntos buscan un lugar resguardado de la lluvia, que lleva una eternidad cayendo. Pero el tiempo para ellos es breve. Ele ha traído unos pobres alimentos pero, a pesar del frío reinante, tibios. Comen en una íntima convivencia. El tiempo corre siempre tan aprisa. Ya Eme se debe meter de nuevo a la gran máquina. Pero Ele volverá mañana, esos minutos felices ablandan la dureza de los demás minutos, uno a solas del otro.

Ni la lluvia eterna, ni el frío casi absoluto del universo girando en rededor, pueden borrar la tibieza de esos minutos.

VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: L El Dios.

Millones de años después, en el atardecer del tiempo...

¿Qué es el tiempo? El tiempo es un plazo hasta ti, una condena sin ti, pero cuando llegue todos los relojes se disolverán. Devendrán innecesarios. Contigo la misma vida llegará a su final, tan largamente anhelado. La humanidad revivirá. El Thecnetos se tambaleaba en su muerte, contiene un error efectivamente, tengo que corregirlo y tengo, para lograrlo, que hacerme uno con él, dejar un momento de buscarte. Por años intente comprenderlo y era como entenderme a mí mismo, pero no mi yo superficial que todos conocen, el Thecnetos me mostró un espejo muy nítido y en las profundidades de ese espejo me revelo algo múltiple y diverso sobre mí mismo, y también, mirando en lo más hondo, vacío. Y lo más atroz, me invito a unirme a él, a dejar mi camino hasta ti, a abandonar a la humanidad. Cedí solo transitoriamente. Solo por salvarte. Por fin me hice uno con la profundidad abstracta de su mente, no ya como un ser ajeno que pasea a su lado, sino como una conciencia inyectada en su maquinaria multi-dimensional, un alma que lo hace germinar. Yo pase a ser la mente que aquel inconsciente dios que mora en las profundidades del último planeta. En él, deje mi pobre condición de ser temporal, me olvide de ser L y me olvide brevemente de ti, me volví un ser más allá del tiempo, tantas veces me multiplique en sus decenas de dimensiones y ya no fui yo. Fui más que yo. Me desvanecí en las alturas de lo más trascendente, elevado por aquella máquina, hecha de las múltiples facetas de lo inconmensurable. De aquel ente tan alejado de la vulgaridad del tiempo o la materia emergí a conocerme a mí mismo, verdaderamente. Por primera vez el Thecnetos se convertía era lo que mi mente pensó. Y un nuevo fin reprogramó su absoluta perfección estabilizándolo. Su múltiple eternidad viscosa entro en mí.

Pero pronto noté, hecho uno con ese torbellino de vértigos, con ese inefable absoluto que todo lo sabe y todo lo comprende, que yo estaba solo. Que algo desaparecía en la lejanía, algo que yo había venido a buscar y supe que si no lo encontraba, también yo desaparecería.

 Que algo desaparecía en la lejanía, algo que yo había venido a buscar y supe que si no lo encontraba, también yo desaparecería

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